1. Amar a Dios sobre todas las cosas
El músico católico debe reconocer que su arte es un medio para glorificar a Dios. Su vocación es servir a la Iglesia y a la comunidad de fieles a través de la música, siendo consciente de que su talento es un don divino.
2. Practicar la humildad y la devoción
La música litúrgica no es para la exaltación personal, sino para el servicio a la comunidad y la alabanza a Dios. El músico debe actuar con humildad, sin buscar protagonismo, pero poniendo todo su empeño en ofrecer lo mejor de sí mismo.
3. Buscar la excelencia en el arte musical
La música debe ser una expresión de belleza que conduzca a la oración y al recogimiento. El músico debe esforzarse por lograr la excelencia técnica y artística, sin dejar de lado el respeto por el carácter sagrado de la música litúrgica.
4. Seguir la enseñanza de la Iglesia sobre la música litúrgica
Es fundamental que el músico se instruya en los documentos y enseñanzas de la Iglesia, como Sacrosanctum Concilium y Musicam Sacram, para comprender el papel de la música en la liturgia y asegurarse de que su trabajo esté en consonancia con la tradición católica.
5. Fomentar la participación activa de la asamblea
El músico católico debe tener en cuenta que la música en la liturgia no es solo para el entretenimiento, sino un medio para facilitar la oración y participación activa de los fieles. Su objetivo es involucrar a la congregación, alentando su participación a través del canto y la oración.
6. Respetar el carácter sagrado de la música litúrgica
La música litúrgica debe ser un reflejo de la sacralidad del culto. El músico debe elegir repertorio que sea apropiado para el contexto litúrgico y que no diluya la profundidad del misterio divino.
7. Promover la unidad en la diversidad
El músico debe ser capaz de trabajar en equipo, promoviendo la unidad y armonía dentro del coro, la orquesta o cualquier conjunto musical. El trabajo en conjunto es esencial para que la música sea un instrumento de paz y comunión en la comunidad.
8. Formarse continuamente
La música es un arte en constante evolución. El músico católico debe comprometerse a la formación continua, tanto en su técnica musical como en su comprensión teológica, para que su labor esté siempre en consonancia con la misión de la Iglesia.
9. Ser testigo de la fe a través de la música
La música debe ser un testimonio vivo de la fe. El músico católico es un testigo de la belleza de Dios a través de su arte, y su vida personal debe reflejar los valores cristianos que transmite a través de su música.
10. Ser un instrumento de paz y esperanza
La música tiene el poder de sanar y elevar el alma. El músico católico debe ser un portador de paz, esperanza y alegría, ayudando a la comunidad a encontrar consuelo y fortaleza en Dios a través de la música.
Este decálogo busca guiar al músico católico en su vocación, invitándolo a una profunda integración entre su arte y su fe, asegurando que la música que ofrece a Dios sea siempre un acto de amor y servicio.