Por el padre Jorge Luis Zarazúa Campa, FMAP
Superior general de la Fraternidad Misionera “Apóstoles de la Palabra”.
zarazuajorgeluis@hotmail.com
La Iglesia Católica, fundada por Cristo y depositaria de la plenitud de la verdad y los medios de salvación, enfrenta hoy una serie de desafíos internos y externos que dificultan su misión evangelizadora. Si bien su historia de más de dos mil años es un testimonio de fidelidad y perseverancia, también ha acumulado costumbres y estructuras que, en muchos casos, se han convertido en obstáculos para su dinamismo pastoral.
1. El peso de la historia y las estructuras obsoletas
A lo largo de los siglos, la Iglesia ha desarrollado múltiples estructuras y prácticas que en su tiempo fueron útiles, pero que hoy resultan poco funcionales o incluso contraproducentes. En muchos casos, estas tradiciones no han sido revisadas a la luz de las nuevas circunstancias, lo que genera rigidez y dificulta la adaptación a los desafíos contemporáneos.
La mentalidad burocrática y administrativa que predomina en algunos sectores de la Iglesia impide una acción evangelizadora más ágil y efectiva. Mientras que en otras comunidades cristianas hay una capacidad de respuesta más inmediata a las necesidades espirituales y materiales de la gente, en muchas diócesis y parroquias católicas los procesos son lentos y burocráticos, lo que genera desánimo y alejamiento.
2. Falta de pastores suficientes y abandono pastoral
Otro problema grave es el número insuficiente de sacerdotes para atender adecuadamente a los fieles. En muchas partes del mundo, las vocaciones sacerdotales han disminuido, lo que ha llevado a una sobrecarga de trabajo pastoral y a una atención deficiente de las comunidades.
Como consecuencia, muchos católicos viven su fe en una especie de “soledad espiritual”, sin un acompañamiento pastoral adecuado. Esto ha generado un gran abandono pastoral, que se manifiesta en comunidades que carecen de dirección y fieles que, al sentirse desatendidos, terminan buscando otras opciones religiosas donde experimentan una mayor cercanía y apoyo.
3. Ignorancia religiosa generalizada
Uno de los grandes problemas que enfrenta la Iglesia es que una gran parte de sus fieles han sido bautizados sin ser evangelizados. Se ha dado por hecho que el simple hecho de recibir los sacramentos garantiza una fe sólida, pero en realidad muchos católicos desconocen los fundamentos de su propia fe.
Esta falta de formación bíblica y doctrinal deja a muchos en una posición vulnerable frente a las objeciones de otros grupos religiosos y al ambiente secularizado. Sin bases sólidas, muchos terminan alejándose de la Iglesia o adhiriéndose a grupos que les ofrecen respuestas más concretas y una mayor sensación de pertenencia.
4. Falta de fervor misionero
La misión evangelizadora de la Iglesia se ha visto afectada por una pérdida de entusiasmo y compromiso en muchos de sus miembros. Mientras que otros grupos cristianos han hecho del proselitismo y la evangelización una prioridad, en muchos sectores católicos la misión ha quedado relegada a un segundo plano.
Evangelizar no es solo cuestión de buena voluntad; requiere conocimiento, formación y estrategias adecuadas. La falta de preparación y entrenamiento de los fieles católicos para compartir su fe ha hecho que la evangelización sea deficiente, en comparación con la intensidad con la que otros grupos difunden sus creencias.
5. Ausencia de estructuras eficaces para la evangelización
La falta de lugares de reunión accesibles y bien organizados también es un factor que afecta la labor pastoral. Muchas comunidades carecen de centros adecuados para la formación y el encuentro de los fieles, mientras que otros grupos han sabido aprovechar los espacios comunitarios y las herramientas modernas para fortalecer su misión.
A esto se suma la insuficiente utilización de los medios de comunicación en la evangelización. En la era digital, la Iglesia aún no ha explotado todo el potencial de las redes sociales, la televisión y otros medios para difundir el mensaje del Evangelio de manera masiva y efectiva.
Conclusión: la necesidad de renovación
Estos desafíos no son insuperables, pero requieren una acción decidida por parte de toda la Iglesia. No basta con reconocer las dificultades; es necesario un profundo análisis de la realidad eclesial y una renovación pastoral a la luz del Evangelio.
Si la Iglesia quiere responder con eficacia a los desafíos actuales, necesita:
• Revisar y actualizar sus estructuras pastorales, eliminando aquello que ya no es útil y promoviendo nuevas formas de evangelización.
• Fortalecer la formación de los fieles, para que cada católico conozca su fe y pueda dar razón de su esperanza.
• Acompañar mejor a sus comunidades, asegurando que nadie se sienta abandonado o ignorado en su vida espiritual.
• Reavivar el fervor misionero, formando evangelizadores bien preparados que sean capaces de llevar el mensaje de Cristo al mundo.
La Iglesia tiene en sus manos la plenitud de la verdad y los medios de salvación. Pero si no se renueva y se adapta a los tiempos actuales, seguirá perdiendo fieles y dejando espacios vacíos que otros grupos no dudarán en ocupar. La llamada a la conversión y al dinamismo evangelizador es urgente y no puede postergarse más.