Desde tiempos antiguos, la ceniza ha sido un signo de humildad, arrepentimiento y conversión en la relación del ser humano con Dios. La Sagrada Escritura nos ofrece múltiples ejemplos en los que la ceniza acompaña momentos de oración y penitencia, subrayando la necesidad de reconocer la propia fragilidad y buscar la misericordia divina.

1. La ceniza en el Antiguo Testamento

En la tradición del pueblo de Israel, la ceniza se usaba como un signo externo de dolor y arrepentimiento. La persona que quería manifestar su penitencia se cubría de ceniza o se sentaba sobre ella.

 • Job reconoce su pequeñez ante Dios:

“Me retracto y me arrepiento en el polvo y la ceniza” (Job 42,6).

Después de haber dialogado con Dios y haber comprendido su infinita sabiduría, Job expresa su arrepentimiento con este gesto de humildad.

 • El pueblo de Nínive se convierte por la predicación de Jonás:

“Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de saco y se sentó sobre ceniza” (Jonás 3,6).

En este pasaje, la ceniza es signo de conversión sincera. Dios ve el arrepentimiento del pueblo y decide no castigarlo.

 • Daniel ora por la conversión de su pueblo:

“Me volví al Señor Dios para rogarle con oración y súplicas, en ayuno, vestido de sayal y cubierto de ceniza” (Daniel 9,3).

Aquí, la ceniza es parte de una oración de intercesión, donde el profeta implora la misericordia de Dios por los pecados de Israel.

 • Tamar, en señal de aflicción y vergüenza:

“Tamar se puso ceniza sobre la cabeza, rasgó la túnica de mangas que vestía, puso sus manos sobre su cabeza y se fue gritando” (2 Samuel 13,19).

En este contexto, la ceniza expresa el dolor y la deshonra sufrida por Tamar tras la injusticia cometida contra ella.

2. La ceniza en el Nuevo Testamento

Jesús mismo menciona la ceniza como un signo legítimo de arrepentimiento y conversión:

 • Jesús reprende a las ciudades impenitentes:

“¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en medio de ustedes, hace tiempo que habrían hecho penitencia, cubiertos de sayal y de ceniza” (Mateo 11,21).

Con estas palabras, Jesús lamenta la dureza de corazón de estas ciudades, recordando que el verdadero arrepentimiento implica signos visibles, como el uso de la ceniza.

 • Luto y penitencia en el Apocalipsis:

“Echarán polvo sobre sus cabezas, llorarán y harán lamentación” (Apocalipsis 18,19).

La imagen de la ceniza y el polvo aparece aquí como signo de duelo y arrepentimiento por el juicio divino.

3. Significado teológico de la ceniza

La ceniza tiene un doble significado en la Biblia:

 1. Fragilidad humana: Nos recuerda que la vida es pasajera y que dependemos completamente de Dios. Esto se expresa en la frase pronunciada al recibir la ceniza:

“Recuerda que eres polvo y al polvo volverás” (Génesis 3,19).

 2. Llamado a la conversión: No se trata solo de un símbolo externo, sino de un llamado a un cambio de vida, como Jesús lo indica:

“Conviértanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1,15).

Conclusión

La ceniza, como signo penitencial, tiene un profundo fundamento bíblico. Desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento, aparece como un símbolo de humildad, arrepentimiento y conversión. En la práctica de la Iglesia, su uso el Miércoles de Ceniza no es una mera tradición, sino una invitación a reconocer nuestra necesidad de Dios y a emprender un camino de renovación espiritual.

Así, cuando recibimos la ceniza, no solo recordamos nuestra fragilidad, sino que renovamos nuestro compromiso de volver al Señor con un corazón sincero y dispuesto a su gracia.

Por el padre Jorge Luis Zarazúa Campa, FMAP