Por el padre Jorge Luis Zarazúa Campa, FMAP 

La veneración de las imágenes sagradas ha sido una parte fundamental de la vida cristiana desde los primeros siglos. Sin embargo, su uso ha sido objeto de controversias, especialmente en el periodo de la iconoclasia. En este estudio, exploraremos el fundamento teológico e histórico de las imágenes y los íconos en la tradición católica.

1. Fundamento bíblico de las imágenes

a) La prohibición del Antiguo Testamento y su contexto

Dios ordenó en el Éxodo:

“No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” (Éxodo 20,4).

Sin embargo, esta prohibición no es absoluta, sino que se refiere específicamente a la idolatría (Éxodo 20,5). Dios mismo manda hacer imágenes sagradas en varias ocasiones:

 • Los querubines del Arca de la Alianza (Éxodo 25,18-22).

 • La serpiente de bronce de Moisés (Números 21,8-9), símbolo profético de Cristo (Juan 3,14).

 • Las figuras del Templo de Salomón, llenas de querubines y representaciones artísticas (1 Reyes 6,23-29).

Estas imágenes no eran objetos de adoración, sino signos de la presencia de Dios.

b) La Encarnación de Cristo y la revelación visible de Dios

El Nuevo Testamento cambia radicalmente la perspectiva sobre las imágenes con la Encarnación de Cristo. San Pablo escribe:

“Él es la imagen (eikón) del Dios invisible” (Colosenses 1,15).

En Cristo, Dios se hace visible y tangible. Por eso, la Iglesia ha entendido que representar a Jesús en imágenes no es idolatría, sino una confesión de fe en su verdadera humanidad.

c) Testimonio de los primeros cristianos

Las catacumbas romanas contienen imágenes de Cristo como el Buen Pastor, la Virgen María, escenas del Evangelio y figuras simbólicas como el pez (ichthys), que reflejan una espiritualidad visual desde los primeros siglos.

2. Desarrollo histórico y la crisis iconoclasta

a) El auge del arte sagrado en la Iglesia primitiva

Desde el siglo IV, con la libertad dada por Constantino, el arte cristiano floreció en basílicas y liturgia. Se crearon mosaicos, frescos y relieves que narraban la historia de la salvación.

b) La crisis iconoclasta (siglos VIII-IX)

En el siglo VIII, algunos emperadores bizantinos, influenciados por tendencias iconoclastas (rechazo de imágenes), prohibieron su uso, argumentando que contradecían el segundo mandamiento. Esto llevó a persecuciones contra los defensores de las imágenes.

El II Concilio de Nicea (787) resolvió la controversia declarando que la veneración de imágenes (proskynesis) es legítima, pero distinta de la adoración (latreia), que solo corresponde a Dios. Se basó en el argumento de San Juan Damasceno:

“Lo que es el Evangelio en palabras, es el ícono en imágenes.”

3. Teología de las imágenes en la tradición católica

a) Distinción entre adoración y veneración

La Iglesia enseña que las imágenes sagradas no son ídolos, sino medios para elevar el alma a Dios. Santo Tomás de Aquino explica que la veneración a las imágenes se dirige, en realidad, a la persona representada (Suma Teológica, III, q. 25, a. 3).

b) El papel de los iconos en la espiritualidad

Los iconos en la tradición oriental son considerados “ventanas al misterio divino”. No son meras obras de arte, sino instrumentos de oración y contemplación.

San Juan Pablo II, en Orientale Lumen, afirmó que los iconos son una teología visual:

“El icono no es solo una obra de arte, sino una expresión de la fe.”

c) El Concilio de Trento y la reafirmación de las imágenes

Ante las críticas protestantes, el Concilio de Trento (1545-1563) reafirmó la legitimidad del uso de imágenes en la Iglesia, destacando su papel catequético y devocional (Dz. 1823).

Conclusión

La teología católica de las imágenes se basa en la realidad de la Encarnación: Dios se hizo visible en Cristo, y por eso podemos representarlo. Desde la Biblia hasta la tradición de la Iglesia, las imágenes y los iconos han sido medios legítimos para expresar la fe y acercarnos al misterio divino.