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Entrevista con el obispo Mark Hanson después de su audiencia con Benedicto XVI

CIUDAD DEL VATICANO, 10 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Después de que el lunes se encontrara con Benedicto XVI, el obispo Mark Hanson, presidente de la Federación Luterana Mundial, afrontó con Zenit los puntos que unen a luteranos y católicos y las cuestiones que siguen dividiéndolos.

–En el discurso que le dirigió, el Papa pidió «diálogo paciente» en el camino ecuménico. ¿Cree que este diálogo se hace a veces «impaciente»?

–Obispo Hanson: Yo pienso a menudo que los laicos son más impacientes que los teólogos. Los teólogos reconocen el gran progreso que hemos hecho, y también la seriedad de las cuestiones que todavía permanecen.

Pero pienso que en el mundo se da hoy lo que el cardenal Walter Kasper llama a menudo «un ecumenismo de vida», una espiritualidad del ecumenismo, en la que los laicos rezan juntos, leen la Escritura juntos y se comprometen en el trabajo común en el mundo.

En los Estados Unidos vemos a menudo matrimonios entre luteranos y católicos, y yo creo que anhelan compartir la Eucaristía, como yo lo anhelo.

Todos nosotros tenemos que tomarlo como un compromiso nuestro: hasta que no seamos totalmente uno en la Eucaristía no seremos uno, como Cristo nos ha hecho una sola cosa.

Ambos reconocemos que permanecen problemas teológicos serios. A diferencia de los católicos, nosotros, los luteranos, entramos a menudo a compartir la Eucaristía antes de que resolver todas nuestras discordancias teológicas, porque nosotros creemos que compartir la Eucaristía nos ayuda a volver a ser uno, en vez de que sea simplemente un premio al final de las conversaciones.

En los Estados Unidos estamos comenzando a compartir la Eucaristía con la Iglesia Metodista: compartimos la sagrada Comunión, aunque no estamos todavía totalmente en comunión.

Pero éste no sería el caso con los católicos y yo puedo entender por qué. En el mensaje que me dirigió el Papa Benedicto XVI, y como él dijo en Alemania, considera que no debemos permitir que los problemas institucionales que nos dividen sean tan importantes como para perder de vista la Palabra de Dios, que llena la Iglesia y el mundo de la presencia de Dios.

Yo pienso que son palabras muy útiles para que estemos atentos a la soberanía de la Palabra de Dios, tanto en la Iglesia como en el mundo.

Hace seis años la Federación Luterana Mundial y la Iglesia católica firmaron la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de Justificación. Fue un gran hito y queremos asegurarnos de que ese acuerdo siga teniendo vida en nuestras iglesias. También hablamos de ello con el Papa.

–¿Es fácil para usted el diálogo ecuménico en su vida cotidiana?

–Obispo Hanson: Para mí sí, como obispo que preside una iglesia grande: dirijo la Iglesia Luterana Evangélica en Estados Unidos (ELCA, por sus siglas en inglés) que es la Iglesia luterana más grande en los Estados Unidos.

Estamos muy comprometidos con nuestras relaciones ecuménicas, tenemos interlocutores confesionales fieles y afirmamos nuestros compromisos ecuménicos de forma enérgica y continua.

El ecumenismo de la relación eclesial, de iglesia a iglesia, significa que debemos afrontar los problemas teológicos, y siempre buscar maneras de ahondar nuestra unidad, pero sin olvidar nunca nuestras diferencias.

Como dice el cardenal Kasper yo también pienso que hay un ecumenismo de vida entre los laicos que trabajan juntos en la base. Yo lo llamaría «ecumenismo misionero».

Por ejemplo, visité la zona afectada por el Huracán «Katrina» y fui testigo de la devastación. Un cristiano me dijo: «Los vientos del huracán no sólo destruyeron nuestras casas y revelaron al mundo que hay pobreza en los Estados Unidos, sino que también deshicieron nuestras diferencias cristianas para que, en respuesta al huracán, seamos uno, católicos, anglicanos, luteranos, presbiterianos…, porque necesitamos ser uno para reconstruir nuestras vidas y comunidades».

Y sí, pienso que hay muchos problemas en el mundo en los que necesitamos ser uno, como en la respuesta a la pobreza ante la riqueza, la defensa de los derechos humanos o la salvaguarda de la creación.

Cuando viajo por el mundo veo no sólo que los cristianos se unen sino que también cristianos, judíos y musulmanes están cercanos ante tres problemas: acabar con el hambre, reducir la pobreza y salvaguardar la creación.

Éstos son los problemas convergentes para las personas de fe en el mundo de hoy.

En junio acogimos a 43 líderes religiosos en Washington para unirnos en un compromiso común para acabar con el hambre en el mundo. Yo pienso que fue una señal fuerte: no tenemos que negar nuestras diferencias sino unirnos por la causa de la humanidad y la creación.