JORNADA VOCACIONAL ENERO 2007

Un encuentro consigo mismo para captar de mejor manera el plan de Dios sobre nuestra vida. 

Los días 2,3 y 4 de enero se realizó una jornada vocacional con 35 jóvenes de diversos estados (Puebla, Guerrero, Veracruz, Morelos, Estado de México, Jalisco,), de un rango de edad entre 14 y 26 años, con un nivel educativo desde secundaria hasta universitario, pero con el mismo fin: dedicarse a estar con Dios y tratar de entender cuál es su misión en esta vida.

Por Héctor Martín Cervantes Hernández

angabfmap@hotmail.com


El retiro estuvo a cargo del P.D. Ramiro Albiter, apoyado por los seminaristas Robin Mora, Luís Hernández, Héctor Cervantes y Joaquín Ramírez. También se contó con el valioso apoyo de los padres Octavio Díaz y Oscar Tlapanco, quienes con sencillez y entusiasmo ofrecieron diversos temas a los jóvenes para que profundizaran en su discernimiento vocacional, además de entrevistarlos personalmente para escuchar sus inquietudes y aconsejarlos. Asistieron adolescentes de secundaria, jóvenes de preparatoria, algunos universitarios, y un buen número de hermanos que desde hace algunos meses están sirviendo a tiempo completo en el voluntariado misionero.  La mayoría de los jóvenes denotaron bastante interés por los temas impartidos y mostraron una gran apertura al diálogo, lo que sin duda sirvió La invitación llegó por un amigo, un familiar, un misionero o un sacerdote, pero en el fondo está la voz del Maestro que invita a hacer un alto en el camino para reflexionar sobre el rumbo que en la vida se está llevando. Es un momento especial donde uno tiene un encuentro con Dios con un objetivo específico: aclarar hacia dónde Dios me está llamando.  Siempre es oportuno en la vida hacer un alto y analizar las preguntas fundamentales que pasan por la mente: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Estas inquietudes hay que tomarlas en serio y que mejor que en un momento de oración y meditación como es una jornada vocacional, dónde nos pongamos frente Dios para decirle: “Señor aquí estoy, soy joven, tengo muchos planes, tengo muchos proyectos y quiero que me ayudes a entenderlos, que me ayudes a aclararlos. Sé en cualquier lugar te puedo servir, pero quiero estar seguro de cuál es.  Joven no tengas miedo de acercarte a Dios, de acercarte a un retiro espiritual, a un encuentro juvenil o a una jornada vocacional, porque te va a se servir de mucho para reflexionar sobre tu vida. No temas responder: anímate a una entrega completa a Dios, que él  te indicará cual es el camino que debes seguir para ser feliz.  LA IMPORTANCIA  Te podrás preguntar y ¿para qué me sirve una jornada vocacional? Depende en gran medida del estado de ánimo en que vengas, a muchos jóvenes les sirvió para darse cuenta de su situación de vida, errores cometidos, para valorar más a la familia y a los verdaderos amigos.Somos jóvenes llenos de ideas que a veces no logramos aclarar en algo concreto. Son muchos los proyectos y sueños que nos formamos. Una jornada vocacional nos ayuda mucho a abrir nuestro panorama sobre lo que podemos hacer en la vida, pues es seguro que Dios te llama para algo, tu existencia no es una casualidad, pero, ¿para qué somos llamados? Al estar en una jornada vocacional uno escucha varios temas, trata de tener un encuentro consigo mismo que le ayude a aclarar las ideas, las cuales permitan tomar una decisión vital: me voy a inclinar por el sacerdocio o por el matrimonio. Tal vez hayas sentido ese llamado a servir en la Iglesia y conocer mejor a Cristo, pero sientes dudas, temores, tratas de sofocar esas ideas. Pues bien, no pierdas más tu tiempo en vacilaciones, por qué no dedicas un tiempo para despejar todas tus dudas. Es una decisión sabia. O prefieres vivir toda tu vida en la incertidumbre, no crees que es mejor arriesgarse y de una vez por todas definir el sentido de tu vida. He aquí que la jornada vocacional es el momento y el espacio para dedicarte a considerar con seriedad y argumentos si tienes madera para entrar al seminario y consagrarte por completo al Señor o descubrir cómo puedes insertarte en la vida laical y desde ahí ser soldado de Cristo.   LA VOZ DE DIOS No esperemos una revelación privada para decir he oído a Dios. Él se manifiesta a través de las personas, los acontecimientos y su Santa Palabra.  En este sentido, la experiencia de quienes ya llevan un buen trecho recorrido en el seguimiento de radical de Jesús, es una ayuda valiosísima para distinguir con más claridad la voz de Dios. Los sacerdotes y seminaristas que estuvieron al frente de la jornada vocacional se encargaron de entrevistar personalmente a cada joven para conocer sus inquietudes, su historia, y en la medida de lo posible tratar de orientarles, animarles y encauzar su inquietud vocacional.  CÓMO LLEGA EL LLAMADO Indudablemente que las circunstancias en que Dios llama son muy diversas, pero pareciera que en nuestra familia misionera hay un común denominador: la necesidad de Dios en el pueblo. A todos nos ha marcado el sufrimiento del pueblo católico, abatido como ovejas sin pastor. Este lamentable panorama es el que ha impulsado a los seminaristas y sacerdotes de nuestra fraternidad misionera a entregar su vida al servicio de la Iglesia.  Un caso concreto es nuestro recién ordenado diácono, me  refiero al P. Ramiro, quien escuchó la voz de Dios en el grito desgarrador de muchos hermanos católicos débiles en su fe que día tras día abandonan nuestra Iglesia y emigran hacia grupos proselitistas, luego este llamado sería confirmado al constatar la necesidad de auténticos pastores para el rebaño de Cristo. El P. Óscar, también nos comparte que fue durante la misión donde sintió con mayor nitidez el llamado al notar cómo la gente se quedaba contenta y agradecida por la instrucción bíblica que recibía, al mismo tiempo advirtió la necesidad de sacerdotes para la misa, para la confesión y para la orientación espiritual. LA PARTE HUMANA Es elemental amenizar la parte humana con la divina. Antes que otra cosa somos hombres y por lo tanto somos cuerpo y alma. No se puede mover todo en el plano espiritual, es necesario conocer el propio temperamento. Tal vez has escuchado que la gente te dice: “tienes finta de que puedes ser sacerdote”; pero eso es sólo exterior, hay que ir a la profundidad de nosotros mismos y en un diálogo personal con Dios tomar una resolución. Es como cuando te gustan unos zapatos, pero al probártelos te aprietan o te quedan largos, ni modo no son para ti, pero ya no quedas con la duda o puede ser que si te queden a la medida, entonces con gusto los adquieres. Algo similar pasa con la vocación, nace en ti el deseo de consagrarte a Dios, pero tu naturaleza o el plan que Dios tiene para ti no es el sacerdocio, no te angusties, él te mostrará dónde le puedes servir mejor, pero también puede suceder que digas yo nací para esto, aquí me quedo.  EL PAPEL DE LA ORACIÓN Fundamental, es el pilar de un buen discernimiento, pues los temas y consejos son sólo iluminadores. La decisión es personal y se toma a solas con el Señor. En un momento tan importante como la juventud, es necesario asegurar las decisiones porque implican el rumbo de la vida. Es imprescindible para ello momentos de oración en silencio y soledad, porque en un mundo lleno de ruidos es imposible escuchar a Dios. Si no se ora, es fácil confundir o ignorar el llamado divino entre tantas voces que se escuchan y querer actuar con criterios humanos y dejar a un lado el proyecto de Dios, es decir yo tomo mis decisiones pero no le pido a Dios consejo. También la oración es indispensable para quienes trabajamos con jóvenes, ya que el trabajo no acaba cuando se termina una jornada, ni inicia cuando se está planeando, sino que es una labor permanente pedir a Dios por jóvenes que no conozco, pero que voy a conocer; para poder transmitirles el mensaje eficaz de la Palabra de Dios. En la jornada vocacional se cuidaron que estos espacios se presentaran con frecuencia mediante la hora santa, meditación con Biblia, visita al Santísimo Sacramento y oración personal.  La vocación: UN LARGO PROCESO Son pocos los casos en que uno puede decir sin temores y con rapidez cual es mi vocación. Generalmente es un proceso que lleva mucho tiempo, no se puede de un día para otro tomar una decisión tan importante. La jornada vocacional es como una faena, donde el joven escucha charlas y reflexiona sobre los temas espirituales y vocacionales, dialoga con sus compañeros, dedica bastante tiempo a la oración, convive haciendo deporte; representa apenas el inicio de una larga deliberación en que los jóvenes sopesaran diversos factores para tomar luego la decisión que más les convenga y que con certeza converge con el plan que Dios tiene para cada uno. No es que por tres días de meditación y oración ya se vaya a tener una resolución definitiva, será necesario un largo combate, pero que es ineludible librarlo si se quiere ser feliz y hacer felices a los demás. Vendrán otros retiros que servirán para ir definiendo mucho mejor hacia donde me llama el Señor, hacia el matrimonio, el sacerdocio, la soltería. No es un proceso terminado, hay que seguir reflexionando, orando mucho y abriéndose al llamado que dios hace.  PERO POR LO MIENTRAS… Hay que seguir en continuo diálogo con el Señor, buscando momentos para orar y también continuar preparándose en el campo de la Biblia Lo importante es mantener una actitud de escucha para discernir por dónde me está llamando Dios UNA EXPERIENCIA EN EL SEMINARIO ¿Por qué no? Si después de varias jornadas, oración y acompañamiento espiritual, deseas ingresar, se trata de ver si esta es tu vida, si aquí encuentras tu realización. Para tomar una decisión de esta índole es necesario, además de confiar en Dios, confiar en uno mismo, ya que regularmente está presente el miedo: ¿y, si me equivoco?, ¿y, si no la hago?, ¿y, si me estoy engañando y esto no es lo mío? Por ello es necesario tener claro esto: atreverse a vencer el miedo. El tiempo en el seminario sirve para madurar la vocación. Se cuenta con el acompañamiento de los padres y del respaldo de toda la comunidad. Es una etapa donde hay miedos y dudas que a veces hacen caer en profundas crisis, pero basta tener confianza plena en Dios y refugiarse en la comunidad.  Suele pasar que no siempre se cuenta con la comprensión y por lo tanto con el apoyo de la familia, o al menos de todo, me estoy refiriendo particularmente a los padres. A quienes a veces no les cae el veinte de que nos hallamos decidido por una opción tan inusual entre los jóvenes. Pero si el llamado es fuerte, seguramente que terminarás convenciéndolos de que te permitan hacer la experiencia como seminarista o al menos te mantendrás firme en tu ideal sacerdotal.  UN DON DE DIOS El Señor llama a trabajar en su viña, en su Iglesia. No hay un por qué claro, en lugar de  buscar esa respuesta, sería mejor preguntarse para qué, ¿para qué me llamas Señor? Después de todo es un don y, como todo regalo, su esencia radica en la gratuidad, la vocación sacerdotal es un obsequio que Jesús ofrece a quien el quiere.  EXPERIENCIAS  Para algunos significó un alto que los hizo reflexionar sobre su vida y que en muchas ocasiones se habían olvidado de que tienen un amigo que siempre los acompaña. Sintieron el amor de Dios que perdona todo, que no le interesa tu pasado sino lo que quieras hacer con tu futuro. Fue una invitación para reflexionar que estoy haciendo con mi vida, si realmente la he aprovechado o si simplemente me he dejado llevar por el ambiente, las modas.  He aquí algunos comentarios de los jóvenes que participaron: “He decidido tomar las riendas de mi vida”. “Me propongo ya no volver a fallarle al Señor, no porque tenga temor a que me castigue sino porque he sentido su amor tan grande que no puedo más que corresponderle con amor”. “Quiero esforzarme por mejorar, predicar su Palabra, contagiar a las personas de este fuego que quema por dentro, el Espíritu Santo me anima a contar al mundo el amor de Dios”. “Le he dedicado mucho tiempo al mundo, creo que ya es tiempo que le dedique un poco de mi tiempo al Señor que me ha dado la vida”. “Ya no quiero luchar por amores pasajeros por ilusiones que se difuminan como el vapor de un amanecer, quiero servirle a mi cristo, que es el Rey que no muere, el único digno de alabanza” Para predicar la palabra de Dios, primero hay que sentir el amor que Dios nos tiene, no pierdes nada con acercarte a Cristo, al contrario llevas todo lo de ganar, pues  si bien su seguimiento implicará que dejes el pecado, eso te permitirá liberarte y poder liberar, sentirte amado te dará la fuerza para amar aún a aquéllos que te causan cierta repulsa, sentir su perdón, te cuestionará sobre quien necesita tu perdón. La invitación de Cristo es para todos, no importa tu nivel económico o tu situación actual de estudios. Puedes hacer un alto en tu camino y dedicar algunos meses o un año completo al servicio de la Iglesia como misionero Apóstol de la Palabra.