Una dinámica que nos puede ayudar grandemente al conocimiento mutuo al interior de los grupos apostólicos, preparándonos para realizar un diálogo personal más fecundo.

Por Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap


¿En qué consiste?

Es una dinámica en la que los miembros del grupo se sientan en círculo alrededor de una mesa. Uno de los integrantes enciende un cerillo y lo pasa al que está a su derecha. El que lo recibe lo pasa a su compañero, siempre a la derecha. Va a llegar el momento en que a uno de los integrantes se les apague el cerillo. Pues bien, la dinámica consiste en que los demás participantes van a hacerle preguntas, que el hermano deberá responder.

Dependiendo del número de participantes, las preguntas las pueden hacer todos (si el grupo es pequeño) o uno sí y otro no (si el grupo es numeroso). Una vez que acabó la ronda de preguntas, el hermano al que se le apagó el cerillo, enciende otro y lo pasa al que está a su derecha. El ciclo se repite las veces que permita el tiempo destinado a esta dinámica.

Una regla básica: no se permite soplarle al cerillo para que se le apague al compañero de al lado. Si alguien apaga el cerillo soplándole, a ese vamos a hacerle las preguntas.


¿Qué clase de preguntas pueden hacerse?

Aquellas preguntas que nos permitan conocer más al hermano. Sus intereses, sus gustos, anécdotas, dificultades, ideales, anhelos, etc. Es decir, todo aquello que nos interese conocer del hermano.

He aquí algunos ejemplos de preguntas que se han hecho en las dinámicas entre nosotros Apóstoles de la Palabra: ¿Qué es lo que más te ha costado en la Misión?, ¿Qué piensa tu familia del hecho que estés en el Movimiento?, ¿Qué experiencias te han motivado a continuar en nuestra Familia Misionera?, ¿Qué aspectos te gustan más de nuestro carisma?, ¿Cómo te ves de aquí a unos cinco años?, ¿Cuál crees que es tu vocación?, ¿Cuál es tu temperamento?, ¿Puedes decirnos algún pasaje bíblico que te da ánimo en los ratos de desaliento?, etc.


Un triple ejercicio

Como pueden ver, se trata de preguntas que nos permiten conocer aspectos de los hermanos que normalmente no tratamos en una conversación informal. Sin embargo, son preguntas que nos permiten hacer un triple ejercicio:


a) Interesarnos por el hermano

Esta dinámica exige una mínima preocupación por conocer a cada uno de los hermanos, en una actitud creativa para hacer la pregunta adecuada, sin repetir la que ya le han hecho otros o preguntar de manera superficial, sólo para salir del paso.

Esta dinámica puede ayudarnos a comprender, no a justificar, algunas actitudes que vemos en los hermanos que conviven con nosotros.

Este interés puede manifestarse en el tipo de preguntas que hago.

b) Escuchar al hermano

Es una actitud fundamental en esta dinámica. Se trata de una escucha activa, en la que debemos involucrar el oído, la vista, la mente y el corazón. No se trata nada más de estar ahí. Se trata de participar activamente en este proceso de irnos conociendo mejor.

c) Hablar a los hermanos

El hermano pregunta y yo respondo. La respuesta no debe ser sólo con monosílabos (si, no) o contestando en forma telegráfica. Aquí se trata de aprender a expresarse con toda libertad, exponiendo a los hermanos nuestros puntos de vista e intereses, nuestras anécdotas y vivencias, en un clima de respeto, confianza y escucha activa.

Un verdadero taller de diálogo

Podemos considerar esta dinámica como un verdadero taller de diálogo, en que nos entrenamos a hablar y a escuchar, en forma interpersonal (tú—yo) o grupal (nosotros). Poco a poco las preguntas irán creciendo en profundidad. Al mismo tiempo, nos iremos preparando para un diálogo más fecundo.

Al principio cuesta un poco de trabajo, pero a medida que vamos repitiendo estas experiencias, vamos valorando la importancia de esta dinámica. Así, la relación va adquiriendo más profundidad, pues vamos descubriendo que no somos tan diferentes y descubrimos cosas del hermano que nunca habíamos imaginado.

En realidad el diálogo implica escuchar al otro, tratando de entender bien lo que quiere decirnos. Por eso se requiere sinceridad, saber escoger el momento y el lugar más oportuno, es decir, el que más conviene a quienes van a entablar este diálogo.

En fin, es una actitud de vida que nos permitirá conocernos y, eventualmente, resolver los problemas de una manera más respetuosa para la dignidad de todos y cada uno de nosotros.

Hacia una calendarización

En algunas Casas del Apóstol se ha calendarizado esta dinámica, puesto que permite estrechar los lazos entre los miembros de la comunidad. La calendarización es muy importante, puesto que se reserva un día de la semana y un momento del día escogido para realizar esta dinámica.

En realidad es tan fácil dejarse llevar por el ritmo de la vida moderna o la urgencia del apostolado y las responsabilidades personales, que corremos el riesgo de no dedicar tiempo suficiente al conocimiento de los hermanos.

Conclusión

Anímate a realizarla al interior de tu grupo, comunidad o movimiento. Pronto te darás cuenta que se trata de una dinámica fascinante, que te llevará de la mano en esta aventura interesantísima de conocer a los hermanos y de ir descubriendo facetas nuevas de tu personalidad y de los que te rodean.