Algunos fieles y reporteros me han solicitado una palabra de orientación señalando cuál es la postura de la Iglesia sobre el aborto, a propósito del debate en el Distrito Federal que varios medios de comunicación han difundido en estos días. Voy a limitarme a transcribir algunos textos de documentos de la Iglesia.

+ José Luis Chávez Botello

Arzobispo de Antequera-Oaxaca.

 + Oscar A. Campos Contreras

Obispo Auxiliar de Antequera-Oaxaca

 

Comunicado de Prensa

 

Marzo 25 de 2007.

 

          

            “La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de su concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona” (Catecismo de la Iglesia Católica 2270). Los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos no están subordinados ni a los individuos, ni a los padres y tampoco son concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona (cfr. Instrucción Donum Vitae 3 y Catecismo de la Iglesia Católica 2273).

 

“EL primer derecho es el derecho a la vida desde su concepción hasta su conclusión natural” (Juan Pablo II; Evangelium Vitae 2); este primer derecho condiciona el ejercicio de cualquier otro derecho y comporta en particular, la ilicitud de toda forma de aborto provocado y de eutanasia (cfr. Gaudium et Spes 27).

 

Desde el siglo I la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado: “No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido” (Didache 2, 2; Tertuliano, Apol. 9). Esta enseñanza no ha cambiado, permanece invariable; el aborto es un delito abominable y constituye siempre un desorden moral particularmente grave (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica 2271-2272); el aborto, “lejos de ser un derecho, es más bien un triste fenómeno que contribuye gravemente a la difusión de una mentalidad contra la vida, amenazando peligrosamente la convivencia social justa y democrática” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia 233).

 

“Puesto que debe ser tratado como una persona, el embrión deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como todo otro ser humano” (Catecismo de la Iglesia Católica 2264). Un diagnóstico que atestigua la existencia de una malformación o de una enfermedad hereditaria no debe equivaler a una sentencia de muerte (cfr. Instrucción Donum Vitae 1, 2 y Catecismo de la Iglesia Católica 2274).

 

La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana: “Quien procura el aborto, si este se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (Canon 1398), es decir, desde el mismo momento en que se comete el delito. “Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad” (Catecismo de la Iglesia Católica 2272).

 

Cuando se toman decisiones legislativas y políticas contrarias a los principios y valores cristianos, el Magisterio enseña que “la conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral” (Congregación para la Doctrina de la Fe; nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política; Noviembre 24-2002)

 

Las carencias o deficiencias de la personas y de la sociedad en el campo de la salud nunca justifican acciones abortivas que sólo abren más la puerta a la degradación moral; una degradación que amenaza con hacer estragos en la sociedad.

 

Es necesaria y urgente la colaboración de médicos, educadores, psicólogos, juristas y políticos serios que ayuden a afrontar con responsabilidad este desafío y amenaza. Se nos imponen algunas preguntas: ¿Es realmente el aborto la mejor solución a un problema social y de salud? ¿Por qué no encauzar más bien los esfuerzos a mejorar la salud y la educación? ¿El niño en el seno de la madre es realmente un agresor y el enemigo peligroso a eliminar? ¿Qué cimiento y credibilidad se dejaría a los derechos humanos cuando se echa abajo el derecho fundamental a la vida? ¿Quiénes abogan por el aborto lo seguirían haciendo si ellos fueran el niño que se quiere abortar?.

 

Nuestra oración y bendición para todos.

 

  

  + José Luis Chávez Botello                                       + Oscar A. Campos Contreras

Arzobispo de Antequera-Oaxaca.                           Obispo Auxiliar de Antequera-Oaxaca.


CODIPAC-Oaxaca

P. José Guadalupe Barragán Oliva

Coordinador