AUTORIDAD Y VERDAD
Hay que hacer de la verdad la propia autoridad,
no de la autoridad la propia verdad.
Por el p. Flaviano Amatulli Valente, fmap
¿Cuál verdad?
No la del filósofo o del teólogo a la moda, sino la verdad del Evangelio, que es Cristo, quien dijo: “La verdad los hará libres” (Jn 8, 32) y añadió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6).
La verdad de los profetas (y Cristo es el más grande de los profetas), que tuvieron el valor de denunciar las infidelidades a la Ley de Dios y anunciar la salvación por el camino de la obediencia a la misma Ley.
Una verdad que incomoda
Como dice el refrán: “La verdad no peca, pero incomoda”. Por eso les fue como en feria a Jesús y a los verdaderos profetas de todos los tiempos. Por eso hoy en día el radicalismo evangélico es llamado fundamentalismo bíblico.
En su lugar, los privilegiados del sistema quisieran un catolicismo light, evitando todo tipo de debate para ver qué responde al plan de Dios y qué no responde o se le opone.
Por eso estamos como estamos. Por eso de parte de los que quieren ser fieles a la Palabra de Dios se busca un cambio profundo en la vivencia de la fe de parte del pueblo católico, a la luz de la misma Palabra.
Pretextos
Claro que no faltan los pretextos para seguir con lo mismo de siempre:
+ la virtud está en el medio;
+ el que obedece, nunca se equivoca;
+ basta el testimonio, etc.
Llevarse bien con todos
En el fondo, se busca la manera de llevarse bien con todos, olvidando la Palabra de Dios y haciendo de la autoridad (los que tienen peso en la sociedad o en la Iglesia: el pueblo en general, la moda del momento o los poderosos) la propia verdad, volviéndose en falsos profetas.
De ahí el apoyo incondicional a la religiosidad popular o a ciertas estructuras eclesiásticas, que favorecen los intereses de los de arriba, no obstante que contradigan la Palabra de Dios, por ejemplo las tarifas para los sacramentos.
Conclusión
Estamos en un cambio de época. Es tiempo de tomar al toro por los cuernos, como se suele decir. Ya la gente se volvió más crítica. Cambiar o morir.