La brujería y la superstición muestran su verdadero rostro: el culto a Satanás.

Por el P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap
jorgeluiszarazua@hotmail.com

Ciudad de México; a 26 de agosto de 2022.

Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar (1P 5, 8).

Un «templo» en honor a Satanás

Enrique Marthen Berdon, considerado «brujo mayor» por sus colegas y seguidores, ha declarado su propósito de construir un templo en honor a Satanás en Catemaco, en el estado mexicano de Veracruz. Catemaco es un lugar muy popular donde se practica la brujería en sus diversas formas y adonde acuden muchas personas de todas partes de México y el extranjero. El mes de marzo de cada año, especialmente el primer viernes de marzo, es un tiempo especial para quienes recurren a la brujería, pues se celebra el día internacional de la brujería o día de los brujos, en el que se realizan diversos rituales.

Satanismo

El verdadero rostro de la brujería:
comunión con el «señor de las tinieblas»

Según la revista mexicana «México Desconocido», los brujos «se reúnen en un lugar secreto para realizar rituales que les permitirán «aumentar su poder y limpiar su alma»». El día de los brujos es para ellos el «día idóneo para hacer limpias espirituales, curaciones de casas, negocios, bienes materiales, trabajos especiales, etc.». Entre los diversos rituales destaca la «misa negra», que algunos brujos hacen «para renovar su pacto con el diablo».

Marthen Berdon lidera la construcción de este templo satánico y espera que para el mes de marzo del 2023 pueda terminar la construcción de este lugar en honor al “señor de las tinieblas”, Lucifer, Satanás o como se llame al señor del inframundo. Él espera lograrlo por las donaciones y el apoyo de aquellos que creen y practican la brujería. Afirma que la iniciativa ha tenido buena aceptación entre sus seguidores.

El objetivo de Marthen Berdon es que aquellas personas a quienes de cierta manera el diablo les ha dado el bienestar, la salud y la economía, «tengan un lugar donde llegar para estar en comunión con él».

¿Qué dice la Sagrada Escritura?

La Biblia señala que el diablo es nuestro enemigo y que ronda, como león rugiente, buscando a quién devorar (1P 5, 8). Señala que es «mentiroso y el padre de la mentira» y lo describe como «homicida desde el principio» (Jn 8, 44). Es el enemigo de nuestra salvación eterna. A causa de su envidia hacia el ser humano entró la muerte en el mundo (Sb 2, 24). Su proyecto maléfico está descrito en San Lucas 8, 12:

Los de a lo largo del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la Palabra, no sea que crean y se salven (Lc 8, 12).

El maligno enemigo nos aleja de la Sagrada Escritura, nos hace desconfiar de ella. La Sagrada Escritura, sin embargo, contiene «la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús» (2Tm 3, 15). Pues bien, ¿qué nos dice la Sagrada Escritura sobre la brujería, la hechicería y todo tipo de superstición?

A través del texto sagrado, el Señor nos dice lo siguiente, prohibiendo la hechicería y la adivinación en todas sus formas:

Cuando hayas entrado en la tierra que Yahveh tu Dios te da, no aprenderás a cometer abominaciones como las de esas naciones. No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia, ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos. Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahveh tu Dios y por causa de estas abominaciones desaloja Yahveh tu Dios a esas naciones delante de ti. Has de ser íntegro con Yahveh tu Dios. Porque esas naciones que vas a desalojar escuchan a astrólogos y adivinos, pero a ti Yahveh tu Dios no te permite semejante cosa (Deut 18, 9-14).

Como puede verse, a quienes creemos en el Dios vivo y verdadero, no se nos permite creer y practicar la brujería, la hechicería y la magia, ni ninguna superstición. Nuestra confianza está en Aquél que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que existe. En el libro Hechos de los Apóstoles, San Lucas y San Pablo nos muestran la conexión directa de la adivinación con los espíritus malignos. San Lucas habla precisamente de un espíritu maligno de adivinación:

Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación.»
Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella.» Y en el mismo instante salió (Hch 16, 16-18).

Esta jovencita estaba poseída por un espíritu maligno de adivinación, que le hacía producir mucho dinero para sus amos, como bien describe San Lucas.
Por ello Marthen Berdon, el así llamado «brujo mayor», desea construir un templo para que todos aquellos que, a través de rituales de brujería, reciben la ayuda del diablo, puedan tener un lugar para crecer en la comunión con él.
Este es el verdadero rostro de la brujería, la magia, la hechicería y la adivinación en sus distintas modalidades. Es el rostro auténtico del culto a la así llamada «santa muerte», a Jesús Malverde, a Maximon, y a tantas otras figuras pseudo religiosas a las que se da culto en nuestros países.
Es el verdadero rostro de la astrología, los horóscopos, las limpias, los amarres, los diversos rituales para atraer la buena suerte o alejar las malas vibras. Es el verdadero rostro de un culto equivocado que se tributa a los ángeles, recibiéndolos en la casa mediante rituales ajenos a la fe católica.

Ante todo esto, como cristianos, es importante tener presente el deseo expresado por San Pablo Apóstol:

Pero si lo que inmolan los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunion con los demonios.
No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.
(1Cor 10, 20-21).

El proyecto de Dios Nuestro Señor es un proyecto de salvación:

A quienes anunciamos la Palabra de Dios, el Señor nos invita, a través de San Pablo, a que se «corrija con mansedumbre a los adversarios, por si Dios les otorga la conversión que les haga conocer plenamente la verdad, y volver al buen sentido, librándose de los lazos del Diablo que los tiene cautivos, rendidos a su voluntad» (2Tm 2, 25-26).

Nuestro Señor quiere «que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1Tm 2, 4).

Él no quiere la muerte del pecador. Quiere su conversión y que tenga la vida en abundancia, traída por Nuestro Señor Jesucristo (Jn 10, 10b).

En cuanto al malvado, si se aparta de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, vivirá sin duda, no morirá. Ninguno de los crímenes que cometió se le recordará más; vivirá a causa de la justicia que ha practicado. ¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado – oráculo del Señor Yahveh – y no más bien en que se convierta de su conducta y viva? (Ez 18, 21-23).

El Señor nos invita a la conversión del corazón, a un arrepentimiento sincero, y a creer de veras en el Evangelio:

«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio.» (Mc 1, 15).

Es tiempo de acercarse a la Confesión sacramental y romper con las creencias y las prácticas supersticiosas y los objetos relacionados con la brujería, la hechicería y la magia: libros, amuletos, talismanes…
Veamos la experiencia de los primeros cristianos:

Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas. Bastantes de los que habían practicado la magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el precio de los libros y hallaron que subía a 50.000 monedas de plata. De esta forma la Palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente (Hch 19, 18-20).

Nuestro Señor desea alejar de nosotros todo esto, que es nocivo para nuestra salvación eterna:

Extirparé de tu mano las hechicerías, y no habrá para ti más adivinos (Miq 5, 11).

Sin embargo, si se persiste en esta conducta que no agrada a Nuestro Señor, la Sagrada Escritura nos amonesta:

Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios (Gál 5, 19-21).

¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!» (Ap 22, 15).

Conclusión

Nuestro Señor vino a deshacer las obras del diablo:

El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo (1 Jn 3, 8b).

Nos proporciona una armadura especial para protegernos del maligno enemigo (Ef 6, 10-18):

Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo (Ef 6, 11).

El Señor Jesús describe la misión de San Pablo, y de todo evangelizador, con estas palabras:

«Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío, para que les abras los ojos; para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los santificados, mediante la fe en mí.» (Hch 26, 17-18).

Ayudemos a tantas personas que, por ignorancia y por falta de evangelizadores, «se han extraviado yendo en pos de Satanás» (1Tm 5, 15).

Pidamos la gracia de la conversión para nosotros y también para todos nuestros seres queridos, y para todos aquellos a quienes el Señor nos lleve a anunciar el Evangelio.

Finalmente, pidamos la especial protección de San Miguel Arcángel:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha.
Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio.
Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica.
Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén.