La misión del catequista no es la de leer un libro de catecismo a los catequizandos, ni la de asistir a juntas con los(as) demás catequistas de la parroquia. No es sólo comunicar algunas verdades de fe y hacer una pequeña oración al comenzar. Es mucho más que eso.


El catequista es un laico que se ha comprometido -porque Dios lo ha llamado- a servir a los fieles de su comunidad en el anuncio de las verdades fundamentales de la fe. Esta misión ha de llevar a la persona a un encuentro amoroso y pleno con Cristo (Eclessia en América, 69).

La Iglesia, en el Directorio Gene-ral para la Catequesis (1997), nos señala el camino a seguir para poder lograrlo. Conviene que lo recordemos juntos:

1. Catequista: eres un formador de personas. Tu primera tarea es formar en la dignidad humana.

2. Eres un educador en la fe. Que la persona sepa descubrir la presencia de Dios en todos los eventos de su vida, y sepa ser luz para todos y en todos los momentos de su vida.

3. La fe se celebra. Oye, catequista: ¿Será muy complicado que en el próximo curso ayudes a los niños a dar sus primeros pasos en la oración? ¿Podrás enseñarles a orar? ¿Tu texto de catecismo te dará la chance de explicarles el rito de la Eucaristía?

4. Uno de los problemas más serios que tenemos como católicos es el de saber distinguir lo qué es correcto de lo incorrecto. Para eso, como catequista, debes formar la conciencia de quienes, este año, estén dispuestos a profundizar en su vida de católicos.

5. El principal fruto de la Eucaristía es la misma vida de comunidad. El catecismo es un momento propicio para que el niño(a) comprenda que forma parte de la familia de Dios, que es importante para ella y que le necesitamos para transformar el mundo que le rodea.

6. Un catequista que no presente el mensaje de Cristo desde una perspectiva liberadora y de compromiso, dejará todo a medias y sin sentido. El conocer a Cristo, el orar, el seguirlo, implica el servirlo con toda responsabilidad en los hermanos, especialmente los más pobres y débiles.

Para que todo lo anterior sea posible, necesitamos que tú, catequista, ames a Dios y a la Iglesia; que conozcas la doctrina revelada, las tradiciones y buenas costumbres, que suscites inquietudes en el catequizando, de tal manera que vea su formación y vida de fe como un proceso existencial.

¡Te necesitamos creativo, feliz, capaz, comprometido y lleno de Dios!

P. Ernesto Guizar

Pastoral de Catequesis