Un grande desafío para la Iglesia de hoy
Por el P. Flaviano Amatulli Valente, fmap.
Pensar la pastoral
Es urgente pasar de una pastoral de rutina a una pastoral de reflexión, ensayo y entrenamiento. Reflexión para ver si sirve o no sirve una determinada práctica religiosa; ensayo para ver cómo mejorarla o sustituirla y entrenamiento para implantar la nueva modalidad, que se considera más oportuna.
En realidad, la pastoral no es un dogma que queda siempre igual, sino algo que tiene que ver directamente con la gente que hay que acompañar continuamente en su camino de fe. Y es un hecho que la gente está cambiando continuamente en su manera de pensar, vivir y relacionarse entre sí. No es lo mismo hacer pastoral en una sociedad estática, en la que prevalece la rutina, que en una sociedad en cambios constantes, debido a un sinfín de estímulos que le vienen de afuera, y está caracterizada por una enorme movilidad demográfica y un descarado proselitismo religioso.
Pequeños pasos
El reto es enorme. Se trata de ver cómo ayudar al pueblo católico a pasar de una fe de tradición y costumbre a una fe de convicción, conocimiento y práctica a la luz del Evangelio. Sin duda, nos encontramos frente a una tarea de enormes dimensiones, que implica el rompimiento de paradigmas creados y manejados durante siglos en busca de nuevos modelos de Iglesia. Un verdadero cambio epocal, a la insignia de la fidelidad al Evangelio y al hombre de hoy. La utopía del tercer milenio.
Ahora bien, ¿cómo lograr todo esto? Poco a poco, dando pequeños pasos. Que cada uno aprenda a reflexionar y hacer lo que pueda en la dirección correcta, sabiendo que, cuando se trata de pastoral, no se da nada por descontado o definitivo. En este aspecto y en las circunstancias actuales, se imponen la duda, la intuición y el experimento como método. En realidad, se trata de revisar todo: la catequesis, la administración de los sacramentos, la economía, la formación de los agentes de pastoral, empezando por los seminaristas y las religiosas, etc.
Se necesitan profetas
Profetas mayores y menores, entre el clero, el laicado y la vida consagrada. Gente enamorada de Cristo, la Iglesia y la humanidad entera, decidida a jugársela para implantar el reino de Dios en este mundo.
Evidentemente no se trata de gritar y nada más o lanzar gente al matadero en nombre de un proyecto de tipo ideológico, económico o político. Se trata más bien de tomar conciencia acerca del plan de Dios sobre uno mismo, la Iglesia y el mundo entero y ver cómo llevarlo a cabo en plenitud, en un de un acto de confianza total en los designios de Dios en orden a la felicidad del hombre.
Papel de la Palabra
En esta tarea, el papel de la Palabra de Dios es fundamental, para cuestionar, estimular la imaginación creativa del agente de pastoral y señalarle el rumbo a seguir. Solamente tomando la Palabra de Dios como fuerte principal de inspiración, será posible discernir lo que vale de lo que no vale y lo perenne de lo caduco.
Y es precisamente lo que estamos intentando los Apóstoles de la Palabra, al implantar la Biblia en todo el quehacer de la Iglesia, desde la catequesis presacramental y la oración personal hasta la religiosidad popular en todas sus manifestaciones. Ojalá que todo esto logre desencadenar un proceso de maduración en la fe y fervor apostólico, que lleve a crear un nuevo rostro de Iglesia.