Por el padre Jorge Luis Zarazúa Campa, FMAP
Uno de los temas que a menudo genera preguntas y malentendidos en la fe católica es el concepto del Purgatorio. Muchas personas se preguntan si este es un dogma bíblico o una invención de la Iglesia Católica. En este artículo, exploraremos la base bíblica y teológica del Purgatorio, mostrando cómo esta doctrina está profundamente arraigada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia.
1. ¿Qué es el Purgatorio?
El Purgatorio es un estado de purificación para las almas de aquellos que han muerto en amistad con Dios, pero que todavía necesitan ser purificados antes de entrar al Cielo. En este estado, las almas son purificadas de los restos de sus pecados veniales y de la pena temporal debida por los pecados ya perdonados.
La enseñanza del Purgatorio no es una condena eterna, sino una etapa necesaria para quienes están destinados al Cielo, pero aún deben ser purificados antes de disfrutar plenamente de la visión beatífica de Dios.
2. Fundamento bíblico del Purgatorio
a) La purificación después de la muerte: 2 Macabeos 12,38-46
Uno de los pasajes más claros que menciona la doctrina del Purgatorio proviene del Libro de 2 Macabeos 12,38-46 (aunque este libro no está incluido en el canon de la Biblia hebrea, sí forma parte de la Biblia católica). En este texto, se describe cómo Judas Macabeo, al ver que sus soldados caídos en batalla tenían amuletos paganos, ordenó hacer sacrificios y oraciones para que sus almas fueran liberadas del pecado:
“Es un pensamiento santo y saludable orar por los muertos, para que sean liberados de sus pecados” (2 Macabeos 12,46).
Este pasaje muestra la práctica de rezar por los difuntos, lo que implica que hay una etapa después de la muerte en la que las almas pueden beneficiarse de las oraciones de los vivos. Esto se alinea con la enseñanza católica del Purgatorio como un estado de purificación antes de llegar al Cielo.
b) La necesidad de purificación: 1 Corintios 3,11-15
El Evangelio de San Pablo también aborda la idea de la purificación después de la muerte. En 1 Corintios 3,11-15, San Pablo describe cómo las obras de cada persona serán probadas por el fuego al final de los tiempos:
“El día mostrará lo que se ha hecho, porque será revelado por el fuego, y el fuego probará la obra de cada uno”.
“Si la obra de alguno se quema, sufrirá pérdida, aunque él se salvará, pero como por fuego” (1 Corintios 3,13-15).
Este pasaje indica que, aunque la persona misma se salvará, sus obras serán purificadas por el “fuego”. Los teólogos interpretan este “fuego” como una referencia a la purificación que ocurre en el Purgatorio, donde las almas son purificadas antes de entrar al Cielo.
c) La purificación en Mateo 12,32
En Mateo 12,32, Jesús menciona un pecado que no será perdonado “ni en este siglo ni en el venidero”. Esto sugiere que algunos pecados pueden ser perdonados en la vida futura, lo que implica un estado temporal en el que la purificación puede ocurrir:
“Cualquiera que hable contra el Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo ni en el venidero”.
Este versículo se ha interpretado como una indicación de que en la vida después de la muerte hay un espacio para el perdón de los pecados menores o veniales, lo que se alinea con la doctrina católica del Purgatorio.
3. El Purgatorio en la Tradición de la Iglesia
La doctrina del Purgatorio ha sido enseñada desde los primeros siglos de la Iglesia. San Agustín (siglo IV) hablaba de la purificación de las almas en su obra “La Ciudad de Dios”, indicando que, aunque las almas de los justos están salvadas, aún necesitan pasar por un proceso de purificación. San Gregorio Magno (siglo VI) también mencionó la práctica de orar por los muertos, reforzando la creencia de que las almas en el Purgatorio se benefician de las oraciones de los vivos.
El Concilio de Florencia (1439) y el Concilio de Trento (1545-1563) reafirmaron formalmente la doctrina del Purgatorio, explicando que, aunque las almas en Purgatorio están aseguradas de su salvación, necesitan pasar por una purificación antes de estar completamente preparadas para ver a Dios.
4. La importancia de las oraciones por los difuntos
Una de las prácticas más importantes relacionadas con el Purgatorio es la oración por los difuntos. Los católicos rezan por las almas en Purgatorio para ayudarlas a alcanzar la plenitud de su salvación. La Misa es especialmente importante, ya que, según la enseñanza católica, el sacrificio de la Eucaristía es un medio para interceder por las almas en Purgatorio.
San Juan Pablo II enseñó que “la oración por los difuntos es una forma de solidaridad con nuestros hermanos que ya han partido y un acto de amor por ellos”. Esta práctica de intercesión no solo refleja el amor por los difuntos, sino que también es una manifestación de la esperanza cristiana en la resurrección.
5. El Purgatorio y la misericordia de Dios
Es importante entender que el Purgatorio no es un castigo eterno, sino un signo de la misericordia de Dios. Las almas que pasan por el Purgatorio están en el proceso de ser completamente purificadas y hechas dignas de entrar a la presencia de Dios. Este proceso refleja la infinita misericordia de Dios, quien no quiere que nadie se pierda, sino que todos lleguen a la plena salvación.
Conclusión
El Purgatorio es una doctrina profundamente bíblica y teológica que muestra la justicia y la misericordia de Dios. Está basado en la Sagrada Escritura, como se puede ver en textos de 2 Macabeos, 1 Corintios, y Mateo, entre otros, y se ha transmitido a lo largo de la historia de la Iglesia. Lejos de ser una enseñanza opresiva, el Purgatorio es una esperanza para aquellos que, aunque salvos, aún necesitan ser purificados antes de entrar al Cielo. La oración por los difuntos y la intercesión por las almas en Purgatorio es una práctica llena de amor, compasión y solidaridad cristiana.