III PARTE
ESTRATEGIAS
¿Cómo lograr que cada católico de buena voluntad se pueda volver en “discípulo y misionero de Cristo”? He aquí algunas estrategias prácticas, que implican un grande cambio en todo el sistema eclesial.
O todo se queda en puras palabras, como ha sucedido en otras ocasiones.
Capítulo 1
CONFIANDO EN DIOS,
ABRIRSE TOTALMENTE A LA VERDAD
Y ACEPTAR LA REALIDAD ASÍ COMO ES
¿Cuál fue la causa de la enorme tragedia, que afectó al Pueblo de Israel al ser arrastrado hacia el fracaso por sus dirigentes? El no haber reconocido y aceptado al Mesías esperado: “Vino a su casa y los suyos no lo recibieron” (Jn 1, 11). ¿Y por qué no lo recibieron? Por no querer abrirse a la verdad y encerrarse totalmente en su mundo, no obstante todas las evidencias contrarias.
Mientras para el pueblo sencillo, libre de todo prejuicio y teniendo en cuenta los hechos concretos, fue fácil aceptar a Jesús como un hombre acreditado por Dios (Jn 9, 25.30-33), para los entendidos, al contrario, bien metidos en su ideología e intereses de grupo, les resultó imposible y por lo tanto inventaron cualquier pretexto para oponerse a Él hasta causarle la muerte (Jn 5, 16; 9, 24).
Pues bien, lo mismo está pasando hoy en día en la Iglesia. Mientras la gente sencilla fácilmente reconoce la importancia de la apologética en orden a una vida de fe con seguridad, sin complejos de inferioridad ni sobresaltos; los expertos, al contrario, utilizando razonamientos bizantinos que solamente ellos entienden, la rechazan y siguen tercos en su posición, sin ningún sentido de compasión hacia el pueblo católico, que está siendo cuestionado por los enemigos de su fe y masivamente está abandonando la Iglesia.
¿Dónde está el problema? En querer aferrarse con todos los medios posibles al propio mundo imaginario, rechazando toda apertura hacia la realidad, como si, con solo negarla, la pudieran cambiar. Pero no es así. La realidad es lo que es y acaba siempre por imponerse, lo quieran o no. Se trata sencillamente de abrirse hacia ella y aceptarla.
A veces me pregunto: “¿Por qué razón actualmente los únicos, que están haciendo un trabajo serio y convencido por fortalecer la fe de los católicos, por lo general son gente sencilla o gente culta que, a raíz de un proceso de reflexión y estudio, dejan el protestantismo y se integran a la Iglesia Católica? ¿Por qué el clero católico en general, y los teólogos en especial, tienen tanta fobia contra la apologética, no obstante los enormes estragos que esta falta esté causando en el pueblo católico? ¿No consiste en esto precisamente el pecado contra el Espíritu Santo (Mt 12, 22-23. 31-32): en cerrarse ante la verdad y rechazar la realidad?”
La rutina nos está matando. Nos impide ver más allá de las apariencias. Cada quien hace lo que puede y el pueblo sufre y nos abandona, acosado por un montón de propuestas. Y no se buscan las causas de todo esto. Cada uno se deja atrapar por lo cotidiano e inmediato. No se va a las raíces. Falta un plan global de evangelización, que implique cambios profundos. ¿Por qué? Por flojera, por cobardía, por miedo al qué dirán o por un mal entendido sentido de obediencia, como si fuera pecado pensar.
Es tiempo de confiar totalmente en Dios y en el papel único e insustituible de la Iglesia Católica en orden a la salvación plena en Cristo, y desde ahí abrirse totalmente a la verdad, luchando por descubrir la realidad así como es y haciendo todo el esfuerzo posible por cambiarla a la luz de la Palabra de Dios, pase lo que pase, cueste lo que cueste. Se trata de crear un nuevo estilo de Iglesia, más abierta y activa, en que todos se sientan comprometidos a dar su aporte, cada uno desde su trinchera y no dejando toda la responsabilidad a la Jerarquía, como si tuviera una línea directa con el Espíritu Santo, que le señalara todo lo que se tiene que hacer momento por momento y situación por situación.
REFLEXIÓN
1.- Según tu experiencia, en la Iglesia por lo general, ¿se está haciendo un esfuerzo serio por conocer la situación real en que vive el pueblo católico?
2.- ¿Se está haciendo un esfuerzo serio para resolver los problemas que lo están afectando?
Capítulo 2
FORTALECER LA FE DEL CATÓLICO
MEDIANTE LA APOLOGÉTICA Y LA BIBLIA
¿Qué es la apologética? La defensa de la fe. Ni modo: donde hay ataques, tiene que haber defensa. A lo largo de la historia, siempre hubo ataques contra la fe católica y siempre hubo defensa de la fe. La única diferencia consiste en el hecho que antes se trataba de un asunto entre los de arriba, mientras hoy se trata de un asunto personal, de individuo a individuo.
Antes, para resolver un problema de fe, intervenían las autoridades políticas y religiosas de los distintos bandos, sin la participación del pueblo; hoy todo se resuelve en la calle, en un diálogo de persona a persona, sin la intervención directa de las respectivas autoridades.
De ahí posiblemente viene la incomprensión del problema de parte de nuestras autoridades eclesiásticas. Visto que los representantes de los grupos proselitistas no aceptan un diálogo abierto con los representantes de la Iglesia Católica, en los documentos oficiales se ignora su existencia. ¿A qué precio? A un precio altísimo: el abandono de las masas católicas a los caprichos de los grupos proselitistas, que hacen de ellas lo que quieren, sin que nadie se preocupe por protegerlas.
Pues bien, después de haber constatado los enormes daños, que esta manera de llevar las cosas ha causado dentro de la Iglesia, llegó el tiempo de meter mano en el asunto y ver qué hacer para fortalecer la fe del católico y protegerla ante la agresión capilar y sistemática de parte de los grupos proselitistas.
Ya no tiene ningún sentido la visión comodina e imaginaria que muchos tienen acerca de la realidad eclesial, según la cual basta una buena evangelización, impregnada de ecumenismo y diálogo interreligioso, sin apologética, para que uno no se deje atrapar por los grupos proselitistas. Pues bien, en todas partes los hechos han desmentido esta manera de ver las cosas, puesto que en todas partes ha habido gente “bien evangelizada” y con cargos dentro de la comunidad eclesial, que tranquilamente se ha ido con algún grupo proselitista o está fundando su propio grupo. ¿Por qué? Por no tener ideas claras acerca del papel especial, que juega la Iglesia Católica en orden a la salvación, como la única Iglesia fundada por Cristo, y no contar con una respuesta precisa ante los ataques y cuestionamientos de los grupos proselitistas.
Aprendieron a ensalzar tanto los valores presentes en los demás grupos religiosos, que llegaron a considerarlos iguales a la Iglesia Católica. Y con esa mentalidad, al sobrevenir alguna prueba, por alguna dificultad surgida al interior de la misma comunidad o por algún ofrecimiento o cuestionamiento hecho de parte de los grupos proselitistas, no tuvieron reparo en abandonar la Iglesia, sin ningún cargo de conciencia.
Otros piensan que no hay que intervenir para defender a los católicos de las agresiones de los grupos proselitistas. Mejor dejarlos solos para ver quiénes realmente son católicos convencidos. Según ellos, en la prueba los buenos se quedan y los malos se apartan. Y no es así. La experiencia dice que donde la mayoría de la población abandona la Iglesia, los que se quedan en general no son los mejores sino los peores, es decir, los más apáticos, mientras los que tienen más sensibilidad en campo religioso se salen de la Iglesia, atraídos por las promesas de los grupos proselitistas o asustados por sus amenazas.
¿Queremos un pueblo católico seguro en su fe? Que todos conozcan los fundamentos de su fe desde su más tierna edad. O seguiremos perdiendo gente no solamente de parte de los católicos alejados sino también de parte de los que se consideran “muy evangelizados”.
Es tiempo de dejar a un lado todo tipo de demagogia y enfrentar el problema con sentido de honestidad intelectual y fidelidad al Evangelio. En pocas palabras, tú, como agente de pastoral, ¿qué estás haciendo, al ver a tus hermanos católicos, acosados por los grupos proselitistas? ¿Te estás portando como el buen pastor, que está dispuesto a dar la vida por las ovejas (Jn 10, 11), o como el asalariado, que huye, cuando ve llegar el lobo rapaz? (Jn 10, 12). Aquí está la clave de todo. Lo demás es pura palabrería inútil.
Al mismo tiempo es necesario que el católico salga del complejo de inferioridad, en que se encuentra actualmente ante los grupos proselitistas, mediante un conocimiento y un uso abundante de la Biblia. Que se trate de algo práctico, no un estudio hecho en una perspectiva eminentemente científica, con los tecnicismos propios de los expertos. Que todo católico tenga la oportunidad de familiarizarse con la Biblia desde la más tierna edad y pueda encontrar en la Biblia el alimento seguro y sustancioso para una vida de fe.
Hay que fortalecer la fe “para afrontar serios retos, pues están en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus pueblos”. (DA 549)
REFLEXIÓN
1.- Ante los ataques y cuestionamientos de los grupos proselitistas, el católico, ¿está capacitado para defender su fe con la Biblia en la mano?
2.- ¿Qué hay que hacer entonces?
Capítulo 3
UNIR TEORÍA Y PRÁCTICA
EN LA VIDA DEL CATÓLICO
Para ser “discípulos y misioneros de Cristo”, no basta conocer los contenidos de la fe católica; es necesario aprender a vivirlos. En realidad, la vida cristiana no es pura teoría, sino práctica. Se trata de un camino (Hch 9, 2) en el seguimiento de Cristo: “El que quiera ser mi discípulo, que tome su cruz y me siga” (Mc 8, 34).
Esto implica un cambio profundo en la manera de formar y acompañar a los católicos en su vida de fe. No basta un curso de formación o algunas charlas para que alguien pueda acceder a los sacramentos o pueda considerarse católico. Se necesita un verdadero entrenamiento y un acompañamiento constante de parte de la comunidad cristiana.
En la vida del cristiano los sacramentos tienen que representar un punto de llegada y un punto de partida, en cuanto completan una etapa de formación y entrenamiento y dan inicio a otra de mayor compromiso, fortalecidos por la fuerza que viene de la recepción de los mismos. Teoría y práctica, conocimiento y entrenamiento, un continuo avanzar, entre caídas y levantadas, hacia la plenitud en Cristo.
Recordamos que el itinerario formativo del cristiano en la tradición más antigua de la Iglesia “tuvo siempre un carácter de experiencia, en el cual era determinante el encuentro vivo y persuasivo con Cristo, anunciado por auténticos testigos”. Se trata de una experiencia que introduce en una profunda y feliz celebración de los sacramentos, con toda la riqueza de sus signos. De este modo, la vida se va transformando progresivamente por los santos misterios que se celebran, capacitando al creyente para transformar el mundo. Esto es lo que se llama “catequesis mistagógica”. (DA 290)
REFLEXIÓN
1.- Para ser “discípulo de Cristo”, ¿es suficiente conocer la enseñanza de Jesús?
2.- ¿Qué hay que hacer entonces?
Capítulo 4
ATENDER PERSONALMENTE
A CADA CATÓLICO
A veces se oye decir: aunque mi parroquia sea bastante grande, de todos modos, sabiéndome organizar, yo puedo atender bien a toda la gente.
Atender, ¿en qué sentido? En el sentido de que puede bautizar y casar por la Iglesia a todos los que lo soliciten. Ahora bien, ¿es suficiente esto para que se pueda hablar de una adecuada atención pastoral? ¿Y la formación en la fe? ¿Y el pastoreo que implica un acompañamiento personalizado?
La costumbre nos está volviendo ciegos. Puesto que siempre se hizo así, la situación parece normal. Y la Palabra de Dios ¿qué dice al respecto? El buen pastor conoce a sus ovejas una por una (Jn 10, 3). Si nos dejamos cuestionar por la Palabra de Dios, ¡cuántas cosas tendremos que cambiar dentro de la Iglesia!
Tenemos que dejar a un lado el concepto de Iglesia como agencia de ceremonias, a la que se acude por algún rito especial. En realidad, el ser discípulo de Cristo no es cuestión de ritos, sino de vida, es decir, una manera de vivir. Por lo tanto, es indispensable poder contar con alguien, que ayude a uno a sortear con mayor facilidad las distintas dificultades que se le presentan, en un plan de discernimiento y apoyo.
Como todos necesitamos que alguien nos asesore en el campo de la salud física, lo mismo tiene que pasar en lo espiritual. Es necesario que alguien nos oriente e impulse para que podamos avanzar. Como dice un refrán, “cuatro ojos ven mejor que dos”. Y como en el campo de la salud física no es aconsejable una automedicación total, lo mismo tiene que pasar en lo espiritual. Es siempre oportuna la presencia de alguien, que nos ayude a ver las cosas con más realismo y nos ayude a no desanimarnos en las pruebas.
Claro que fácilmente viene la pregunta: “¿De dónde sacar los fondos necesarios para que haya en la Iglesia tanta gente capacitada y encargada para realizar esta labor?” Y se opta por seguir como antes, sin enfrentar el problema y dejando masas enormes de católicos sin orientación ni apoyo, ante el acoso de falsos pastores que fácilmente los convencen y se los llevan.
¿Dónde está la raíz del problema? En el desconocimiento de las Escrituras y en dejarse guiar por una mentalidad puramente humana, hecha de egoísmo y desinterés por el bien de los demás. ¿La solución? Una verdadera confianza en Dios, lanzándose a cualquier aventura con tal de ser fieles a su voluntad.
“Que cada Iglesia particular ofrezca a los fieles una atención religiosa más personalizada”. (EIA 73).
REFLEXIÓN
1.- Como católico, ¿te sientes acompañado personalmente por algún miembro de la Iglesia capacitado para eso?
2.- ¿No te gustaría que alguien te apoyara en los momentos difíciles de la vida?
Capítulo 5
ESTRUCTURAR
UN NUEVO MODELO PASTORAL
El actual modelo pastoral se gestó en un régimen de cristiandad. Todos católicos. Sacramentos para todos. Un sacerdote para cada 50-100 habitantes. La fe se respiraba por todos los poros. Ningún tipo de oposición. El mismo estado se preocupaba por proteger la fe de los ciudadanos.
Cuando nacía alguien, ¿dónde se registraba? En la parroquia. Lo mismo cuando se casaba o moría. No existía otro registro fuera de la parroquia. Por eso se bautizaba a todos y todos se casaban por la Iglesia, sin necesidad de alguna preparación especial. Toda la cultura era católica. Todos pensaban y sentían a la manera católica, con todas las debilidades posibles.
Hoy, al contrario, vivimos en una sociedad plural. Hay de todo y por lo general la cultura ya no es católica. Hasta existen grupos religiosos proselitistas, que están haciendo todo lo posible para confundir y conquistar a los católicos. Al mismo tiempo, hay pocos sacerdotes y mucho abandono de las masas.
Estando así las cosas, ¿cómo es posible seguir como antes, administrando los sacramentos a todos, sin fijarnos en el hecho que en muchos casos se trata de cascarones vacíos, que cuentan solamente con una pantalla católica, cuando en realidad son auténticos paganos, metidos en todo tipo de creencias? Hoy en día, para que se pueda contar con verdaderos católicos, es necesario cambiar muchas cosas al interior de la Iglesia.
Hay que crear estructuras pastorales nuevas, teniendo en cuenta los distintos lugares y las distintas situaciones, de manera que cada católico sea atendido personalmente. Solamente así será posible garantizar para todos la posibilidad de una vivencia realmente cristiana.
Por lo tanto, más que mirar hacia la edad media, hay que mirar hacia la Iglesia primitiva en busca de inspiración para resolver los problemas mano a mano se vayan presentando, contando con la misma libertad con que contaron las primeras generaciones cristianas, sin dejarse condicionar por instituciones y criterios establecidos en un régimen de cristiandad. El mismo dogma católico tiene que ser liberado de todas las incrustaciones propias de la cultura del tiempo en que fueron formulados.
Si queremos que la Iglesia Católica se prepare a despegar el vuelo, no hay otro camino. O seguiremos en picada, no obstante todos los esfuerzos que hagamos, al no contar con estructuras pastorales adecuadas a los tiempos en que vivimos. Vino nuevo en odres nuevos (Mt 9, 17). Mano a mano que la Iglesia vaya avanzando en un nuevo contexto cultural, necesita establecer estructuras adecuadas, sin la necesidad de forzar las antiguas estructuras creadas en un contexto diferente.
Actualmente la Iglesia Católica se parece a una empresa, gloriosa en el pasado, pero al presente en franca decadencia, por no saber adecuarse a los nuevos tiempos, al manejar un tipo de tecnología ya superado. El producto sigue siendo de lo mejor; pero no puede abastecer a todos los clientes y por lo tanto se ve obligada a sacar también un producto de escasa calidad, con tal de salir al paso con los compromisos adquiridos, lo que le está acarreando un enorme desprestigio y la pérdida de muchos clientes.
Las demás empresas, al contrario, mediante un buen manejo de la tecnología y mercadotecnia moderna, logran mejores resultados, aunque los expertos fácilmente se den cuenta de que se trata de un producto de poco valor, comparado con el que la antigua empresa reserva para sus clientes más allegados.
¿Qué hacer en este caso? ¿Seguir como siempre o tratar de adecuarse a los tiempos modernos, adoptando una tecnología más avanzada y haciendo uso de todos los recursos de la mercadotecnia? Evidentemente, si se quiere evitar un fracaso seguro, se tiene que cambiar. Cambiar, adaptándose a los nuevos tiempos, o fracasar. No hay otra.
“La renovación de las parroquias al inicio del tercer milenio exige reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos capaz de articularse logrando que los participantes se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión”. (DA 172).
“La V Conferencia General es una oportunidad para que todas nuestras parroquias se vuelvan misioneras. Es limitado el número de católicos que llegan a nuestra celebración dominical, es inmenso el número de los alejados, así como el de los que no conocen a Cristo. La renovación misionera de las parroquias se impone tanto en la evangelización de las grandes ciudades como del mundo rural de nuestro Continente, que nos está exigiendo imaginación y creatividad para llegar a las multitudes que anhelan el Evangelio de Jesucristo. Particularmente en el mundo urbano se plantea la creación de nuevas estructuras pastorales, puesto que muchas de ellas nacieron en otras épocas para responder a las necesidades del ámbito rural”. (DA 173)
“Asumir esta iniciación cristiana exige no sólo una renovación de la catequesis, sino también una reestructuración de toda la vida pastoral de la parroquia”. (DA 294)
“La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Su vida acontece en contextos socioculturales bien concretos. Estas transformaciones sociales y culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la Iglesia en su misión de construir el Reino de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que la conduce, de una renovación eclesial, que implica reformas espirituales, pastorales y también institucionales”. (DA 367)
“Encontramos el modelo paradigmático de esta renovación comunitaria en las primitivas comunidades cristianas (cf. Hch 2, 42-47), que supieron ir buscando nuevas formas para evangelizar de acuerdo con las culturas y las circunstancias”. (DA 369)
“Urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya posibilidades para todos”. (DA 384)
“En este contexto es inevitable hablar del problema de las estructuras, sobre todo de las que crean injusticia. En realidad, las estructuras justas son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad. Pero, ¿cómo nacen?, ¿cómo funcionan?” (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia)
“Las estructuras justas son, como he dicho, una condición indispensable para una sociedad justa”. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia)
“Las estructuras justas jamás serán completas de modo definitivo; por la constante evolución de la historia, han de ser siempre renovadas y actualizadas”. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia)
Si esto es válido a nivel de sociedad, ¿por qué no tiene que ser válido a nivel de Iglesia? Y por lo que se refiere al “modelo paradigmático”, ¿por qué limitarlo solamente al asunto de las primeras comunidades cristianas y no extenderlo a todo el estilo de libertad y creatividad, que se manejó en las primeras generaciones cristianas, de manera tal que para cada situación se buscó la solución correspondiente? Aquí está la clave para que todo el pueblo católico pueda contar con los ministros ordenados que necesita, sin dejarse atrapar por instituciones, que en el pasado fueron muy útiles y hoy en día se están volviendo perjudiciales.
REFLEXIÓN
1.- Como la Iglesia está organizada actualmente, ¿puede atender a todos personalmente?
2.- ¿Qué se necesita entonces?
3.- Comenta el problema de las estructuras eclesiales.