IV PARTE

 

PLAN MÍNIMO DE ACCIÓN PASTORAL

 

 

Hoy en día, ¿qué necesita con más urgencia el pueblo latinoamericano para poder superar la actual situación de estancamiento en que se encuentra y arrancar de una vez, con seguridad y confianza, hacia su plena realización en Cristo y su Iglesia? He aquí un plan mínimo de acción pastoral, más allá de toda retórica, paternalismo o intimismo místico.

P R E M I S A S

 

1.  Nuestra preocupación principal son las masas católicas, marginadas y abandonadas, no las élites. Queremos analizar el quehacer eclesial desde la perspectiva de los más pobres y débiles en la fe.

2.  Para nosotros el cuidado del rebaño no consiste únicamente en la administración de los sacramentos, sino en hacer “discípulos y misioneros de Cristo”.

3. Para lograr esto, se necesita poner todas las cartas sobre la mesa y empezar a pensar en una reestructuración general de todo el aparato ministerial de la Iglesia, de manera tal que todo fiel católico pueda ser atendido personalmente, teniendo en cuenta la regla de oro que nos presenta Jesús: “Un pastor tenía cien ovejas” (Mt 18, 12). Por eso se dio cuenta de que le faltaba una y la fue a buscar.

 

I N I C I A T I V A S   P R Á C T I C A S

 

Capítulo 1

 

BIBLIA PARA TODOS, BIBLIA PARA TODO:

Todo con la Biblia, nada sin la Biblia.

 

“Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y meditación de la Palabra de Dios: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63). De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios. Para ello, animo a los Pastores a esforzarse en darla a conocer”. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia).

 

* Biblia para la piedad popular: rosario, viacrucis, posadas, novenario de difuntos, etc. (2)

* Biblia para la oración personal.

* Biblia para la Misa, dejando a un lado hojitas dominicales, misales mensuales o misalitos. Que todos lleven la Biblia para la misa y durante la homilía puedan leer directamente en la Biblia los textos que se están comentando.

* Biblia para la catequesis presacramental. Primero la Biblia y después el catecismo; la Biblia como texto y todo lo demás como subsidio, donde se señale lo que haya que leer directamente la Biblia, se dé la explicación de lo que se esté leyendo en la Biblia y se hagan las tareas correspondientes. (3)

 

Solamente así las masas católicas podrán salir fácilmente del actual bache cultural en que se encuentran, dejar a un lado su complejo de inferioridad ante los miembros de los grupos proselitistas, aumentar considerablemente su autoestima y tener una vivencia cristiana más auténtica.

 

REFLEXIÓN

1.- ¿No te gustaría que desde la niñez el pueblo católico fuera utilizando la Biblia?

2.- ¿Qué piensas hacer al respecto?

 

 

Capítulo 2

 

APOLOGÉTICA PARA TODOS

 

Que en todas las instituciones educativas de la Iglesia (seminarios, casas de formación para religiosas, centros de formación para laicos, catequesis presacramental, etc.) haya la materia de apologética.

Solamente así, en pocos años, podremos contar, a nivel masivo, con católicos seguros en su fe, conscientes y orgullosos de pertenecer a la única Iglesia que fundó Cristo y sin miedo a dialogar con los miembros de los grupos proselitistas, al conocer sus objeciones y cuestionamientos y al mismo tiempo contar con una respuesta adecuada.

 

– Instruir ampliamente, con serenidad y objetividad, al pueblo sobre las características y diferencias de las diversas sectas y sobre las respuestas a las injustas acusaciones contra la Iglesia.

– Promover las visitas domiciliarias con laicos preparados y organizar la pastoral del retorno para acoger a los católicos que regresan a la Iglesia. (SD 146)

 

“Las enseñanzas de las sectas y nuevos movimientos religiosos, se opone a la doctrina de la Iglesia Católica; por eso, la adhesión a ellos significa renegar de la fe en que habéis sido bautizados y educados. El evangelio, al mismo tiempo que nos exhorta a ser sencillos como palomas, nos invita también a ser prudentes y astutos como serpientes. La misma vigilancia que ponéis cuando están en juego vuestros asuntos materiales, con el fin de no ser víctimas de los engaños de quienes quieren aprovecharse de vosotros, debe guiaros para no caer en la red de las asechanzas de quien atenta contra vuestra fe. “Mirad que no os engañe nadie -nos advierte el Señor-. Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo ‘yo soy’, y engañarán a muchos... Si alguno os dice: ‘Mirad, el Cristo aquí’. ‘Miradlo allí’, no le creáis. Pues surgirán falsos profetas” (Mc 13, 6. 21-22). Y también nos dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 15-16)”. Mensaje de S.S. Juan Pablo II, en la Jornada Mundial del Emigrante, Vaticano, 25 de julio de 1990.

 

“Es importante pues, que vuestra pastoral, sepa ocupar los espacios en los que actúan esas sectas, despertando en el pueblo la alegría y el santo orgullo de pertenecer a la única Iglesia de Cristo, que subsiste en nuestra santa Iglesia Católica”. Mensaje de S.S. Juan Pablo II, en su segundo viaje apostólico a Brasil, octubre de 1991.

 

“Al evocar el gran valor y el gran don de la unidad, vienen a mi mente aquellas personas que se han alejado de la Iglesia católica. A ellos me dirijo ahora, con toda la ansiedad de mi alma.

Quisiera encontraros uno por uno para deciros: ¡regresad al seno de la Iglesia, vuestra Madre!

La Virgen de Guadalupe, con su “mirada compasiva”, ha querido mostraros a su Hijo, el “verdaderísimo Dios por quien se vive”; lo ha ensalzado “al ponerlo de manifiesto con todo su amor personal” (cf. Nicán Mopohua, 26-28).

¡Volved, pues, sin miedo! La Iglesia os espera con los brazos abiertos para reencontraros con Cristo. Nada haría más feliz el corazón del Papa, en este viaje pastoral a México, que el retorno al seno de la Iglesia de aquellos que se han alejado.

¡Que Cristo os ilumine y os mueva a la conversión!” Juan Pablo II, Villahermosa, México, viernes 11 de mayo de 1990.

 

“Los avances proselitistas de las sectas y de los nuevos grupos religiosos en América no pueden contemplarse con indiferencia. Exigen de la Iglesia en este Continente un profundo estudio, que se ha de realizar en cada nación y también a nivel internacional, para descubrir los motivos por los que no pocos católicos abandonan la Iglesia”. (EIA 73).

 

REFLEXIÓN

1.- Copia las partes más importantes de los textos presentados.

2.- Añade algún comentario.

 

 

Capítulo 3

 

PEQUEÑAS COMUNIDADES CRISTIANAS

 

Hoy resulta demasiado difícil vivir la fe a solas, cada quien por su cuenta, con la sola misa o la celebración de la Palabra de cada domingo. Hoy se vive en una sociedad conflictiva. Se hace indispensable enuclear la masa católica en pequeñas comunidades cristianas, sin importar el signo de cada una: comunidades en que se privilegia la alabanza, otras en que se hace hincapié en el aspecto social, etc. Que cada feligrés pueda encontrar su lugar, según su sensibilidad humana y cristiana.

No se trata de saber cuál tipo de comunidad es mejor y luchar por imponerla a la fuerza, sino de dejar a cada feligrés la posibilidad de expresarse y realizarse plenamente según su manera de ser y sentir. En realidad, existen grupos de presión dentro de la Iglesia, que quieren imponer cada uno su modelo de comunidad como obligatorio. Es un error. No se está respetando el principio de la “unidad en la diversidad”, principio que ha dado buenos frutos a lo largo de toda la historia de la Iglesia.

 

“Como respuesta a las exigencias de evangelización, junto con las comunidades eclesiales de base, hay otras válidas formas de pequeñas comunidades cristianas, e incluso redes de comunicación, de movimientos, grupos de vida, de oración y de reflexión de la Palabra de Dios”. (DA 180)

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Qué tipo de pequeña comunidad cristiana existe en tu parroquia?

2.- Opina sobre cada una de ellas.

 

 

Capítulo 4

 

ASOCIACIONES Y MOVIMIENTOS

APOSTÓLICOS Y ECLESIALES

 

Cada asociación o movimiento cuenta con un carisma especial en orden a vivir la fe y dar un servicio específico a la Iglesia en distintas áreas: la niñez, la juventud, la familia, la misión, los enfermos, la catequesis, la pastoral bíblica, la defensa de la fe, etc. Mediante la reflexión, el ensayo y el entrenamiento, logran dar origen a métodos y líneas de evangelización, que rebasan el propio ámbito de acción y representan una riqueza para toda la Iglesia.

Están tomando el relevo a las antiguas órdenes y congregaciones religiosas y están dando la gran batalla de la evangelización, adquiriendo un protagonismo inimaginable hace unas décadas. Representan la máxima conquista del laicado y la gran esperanza para el futuro de la Iglesia, volviéndose en verdaderos cenáculos de fe y talleres de experimentación pastoral.

 

En este contexto, el fortalecimiento de variadas asociaciones laicales, movimientos apostólicos eclesiales e itinerarios de formación cristiana y comunidades eclesiales y nuevas comunidades, que deben ser apoyados por los pastores, son un signo esperanzador. Ellos ayudan a que muchos bautizados y muchos grupos misioneros asuman con mayor responsabilidad su identidad cristiana y colaboren más activamente en la misión evangelizadora. En las últimas décadas, varias asociaciones y movimientos apostólicos laicales han desarrollado un fuerte protagonismo. Es por ello que un adecuado discernimiento, animación, coordinación y conducción pastoral, sobre todo de parte de los sucesores de los Apóstoles, contribuirá a ordenar este don para la edificación de la única Iglesia. (DA 214)

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Qué asociaciones o movimientos apostólicos están presentes en tu parroquia?

2.- Opina sobre cada uno de ellos.

 

Capítulo 5

 

INVESTIGACIÓN Y ESPECIALIZACIÓN

 

Dentro de la Iglesia, hay problemas de todo tipo. ¿Cómo solucionarlos? ¿Basta lograr un acuerdo entre todos, sin ningún tipo de justificación, manejando solamente gustos o deseos personales? No. Se necesita primero alcanzar una visión lo más posible precisa acerca del asunto que se está tratando, mediante  una buena investigación y un análisis serio de los resultados con la ayuda de especialistas en la materia; después se tiene que empezar a realizar ensayos hasta no encontrar la solución adecuada. Así se hace en todos los ámbitos de la sociedad, así se tiene que hacer en la Iglesia.

Pues bien, si queremos enfrentar con éxito el problema pastoral en la Iglesia, tenemos que dejar a un lado la improvisación y el subjetivismo para ponernos en un plan de búsqueda, utilizando toda la herramienta que nos ofrece la tecnología y la ciencia actual. Además, es tiempo de dejar a un lado todo autoritarismo (ipse dixit = lo dijo él) y apostar por la libertad, la creatividad y el pluralismo, convencidos de que al final se impondrá la mejor opción.

¿Por dónde empezar? Por los seminarios y demás centros de formación. Ya basta de pura doctrina. Doctrina de la Iglesia con análisis de la realidad y ensayos prácticos para ver cómo hacer realidad lo que se enseña.

 

Una atención especializada a los laicos en sus diferentes categorías profesionales, empresariales y trabajadores. (DA 518 f).

 

REFLEXIÓN

1.- En tu parroquia, asociación o movimiento, hasta la fecha ¿se ha hecho alguna investigación para planear la pastoral? Si                                   No

2.- ¿Por dónde empezar?

 

Capítulo 6

 

MÁS OBREROS DEL EVANGELIO

 

– Promover una Iglesia ministerial con el aumento de ministros ordenados y la promoción de ministros laicos debidamente formados para impulsar el servicio evangelizador en todos los sectores del Pueblo de Dios. (SD 142)

 

Una descentralización de los servicios eclesiales de modo que sean muchos más los agentes de pastoral que se integren a esta misión, teniendo en cuenta las categorías profesionales. (DA 518 n)

 

 ¿Cómo es posible atender a todos personalmente, si hay tan pocos obreros del Evangelio? Aquí está el problema: aumentar el número de los obreros del Evangelio. Como Jesús, aparte de los doce apóstoles, escogió a 72 discípulos (Lc 10, 1), también ahora nosotros, aparte de contar con los ministros ordenados, tenemos que contar también con ministros no ordenados, con un papel bien definido dentro de la comunidad cristiana.

Puesto que toda la Iglesia está en función de la Misión, nunca la Misión se tiene que parar por falta de ministros. Hay que buscarlos a cómo dé lugar. Ahí está el ejemplo de Moisés (Ex 18, 21) y los apóstoles (Hch 6, 1ss). En lugar de atorarse, buscaron colaboradores y siguieron adelante.

Así tenemos que hacer ahora. No tenemos que pararnos por falta de ministros. Imitando el ejemplo de Moisés, Jesús y los apóstoles, tenemos que inventar lo que sea necesario para que la Misión siga adelante. La historia de la Iglesia ni empieza ni termina con nosotros. Sencillamente nos encontramos ante un cambio de época. Lo que necesitamos ahora son agallas y ganas de enfrentar los problemas, contando con el mismo espíritu y la misma libertad con que contaron nuestros antepasados para resolver cualquier problema que se presente con tal de seguir adelante.

 

REFLEXIÓN

1.- En tu parroquia, ¿hay gente que trabaja a tiempo completo en la evangelización? Si                No

2.- ¿Qué sugieres?

 

 

Capítulo 7

 

DIACONADO PERMANENTE

Pieza fundamental para el cambio

 

No existe ningún pronóstico plausible que nos hable de un incremento significativo de las vocaciones sacerdotales de manera tal que podamos lograr el objetivo contando solamente con ellas. Por lo tanto, lo primero que tenemos que hacer, es echar mano de los diáconos permanentes. Según mi opinión, aquí está la clave para empezar a resolver de una manera efectiva el problema de la escasez de ministros ordenados en la Iglesia.

Mi propuesta es la siguiente:

* que cada presbítero tenga como objetivo seleccionar, formar y atender por lo menos a diez colaboradores, que en un plazo de diez años puedan ser ordenados como diáconos permanentes;

* que cada diácono permanente haga lo mismo por lo menos con diez agentes de pastoral, algunos de los cuales podrían volverse en aspirantes al diaconado permanente;

* que cada agente de pastoral busque, forme y atienda por lo menos a diez feligreses.

 

 La experiencia enseña que, donde los presbíteros han apoyado a los diáconos permanentes y les han permitido desenvolverse, esta institución ha dado grandes frutos; donde, al contrario, los presbíteros los han relegado a funciones puramente administrativas u ornamentales para dar más solemnidad al culto, el diaconado permanente ha fracasado y languidece por falta de humus.

Si el diaconado permanente fue restablecido por el Concilio Ecuménico Vaticano II especialmente para los lugares con escasez de clero, y en especial para América Latina, ¿por qué es precisamente aquí donde menos se ha desarrollado? ¿No será por la oposición de los presbíteros, que no quieren compartir los ingresos y le tienen miedo a la competencia?

En realidad, donde los diáconos permanentes se han desarrollado, han manifestado más equilibrio y más capacidad de organización y convivencia que los mismos presbíteros. Su misma vida familiar los ayuda en todo esto. También han manifestado más sensibilidad hacia la evangelización, más espíritu de obediencia hacia el obispo y más docilidad para cumplir con las disposiciones de la Iglesia y los acuerdos tomados comunitariamente.

Su servicio puede ser a nivel territorial (una cuasi parroquia, un centro pastoral o una porción de la parroquia) o a nivel de actividad (catequesis, enfermos, juventud, pastoral social, etc.). Lo ideal sería que por cada colonia, barrio o pueblo con más de 1000 habitantes pudiera haber un diácono permanente. ¡Qué tristeza ver como en algún pueblo un simple catequista con poca preparación tiene que representar a la comunidad católica ante la autoridad civil, la enfermera o el médico del centro de salud y los demás ministros de culto, que a veces cuentan hasta con un diplomado o licenciatura en teología!

Para poder acceder al diaconado permanente, considero convenientes los siguientes requisitos:

 

* buen testimonio como padre de familia, ciudadano y miembro de la comunidad cristiana;

* formación doctrinal adecuada, teniendo en cuenta el ambiente en que se desempeña;

* suficiente experiencia pastoral en las áreas, que más respondan a su carisma.

* aceptación de parte de la comunidad para cualquier cargo que vaya desempeñando.

 

Estando así las cosas, no me extrañaría que algún día, por falta de suficientes presbíteros célibes y a petición de los interesados, la jerarquía eclesiástica permitiera que algún diacono casado accediera al presbiterado. Si esto está pasando con los presbíteros anglicanos, que se adhieren a la Iglesia Católica, ¿cómo no va a ser posible con gente que ha sido siempre católica y ha dado signos evidentes de fidelidad y espíritu de servicio?

 

“La V Conferencia espera de los diáconos un testimonio evangélico y un impulso misionero para que sean apóstoles en sus familias, en sus trabajos, en sus comunidades y en las nuevas fronteras de la misión. No hay que crear en los candidatos al diaconado permanente expectativas que superen la naturaleza propia que corresponde al grado del diaconado”. (DA 208).

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Has conocido a algún diácono permanente? Si                      No

2.- ¿Qué opinas con relación al diaconado permanente?

 

 

Capítulo 8

 

MARCO JURÍDICO

PARA LOS MINISTERIOS LAICALES

 

“Los laicos también están llamados a participar en la acción pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y, en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelización, la vida litúrgica y otras formas de apostolado según las necesidades locales bajo la guía de sus pastores. Ellos estarán dispuestos a abrirles espacios de participación y a confiarles ministerios y responsabilidades en una Iglesia donde todos vivan de manera responsable su compromiso cristiano. A los catequistas, delegados de la Palabra y animadores de comunidades que cumplen una magnífica labor dentro de la Iglesia, les reconocemos y animamos a continuar el compromiso que adquirieron en el bautismo y en la confirmación”. (DA 221)

 

Acerca de los laicos, de su dignidad y su aporte en el campo de la pastoral, se habla muy bien en los documentos de la Iglesia. En el Derecho Canónico se habla explícitamente de los derechos y deberes de todos los fieles cristianos. Pero ¿cuál es la realidad? Que todo depende del clero. Si el párroco dice sí, es sí; si dice no, es no.

De hecho en el clero existe un enorme poder de discrecionalidad. Si a un párroco le gusta un método de evangelización, todos tienen que entrarle o se vuelven en desobedientes y rebeldes. Lo mismo si le gusta una determinada asociación o un determinado movimiento apostólico. Todo depende de él. Y así, con extrema facilidad, los héroes de antes, por un simple cambio de párroco, de un momento a otros se vuelven en villanos y quedan excluidos del círculo de los elegidos.

Los laicos que desempeñan algún cargo especial (catequista, delegado de la Palabra, celebrador de la Palabra, ministro de la Eucaristía, etc.), no cuentan con ningún tipo de protección jurídica y de un momento a otro pueden quedar desautorizados, por cualquier motivo, especialmente si empiezan a volverse críticos. Además, hagan lo que hagan, se trata siempre de un servicio gratuito, sin ningún tipo de remuneración económica, ni para formarse ni para ejercer su ministerio.

Me pregunto: ¿Está bien todo esto? ¿No sería conveniente y justo que se fuera preparando un marco jurídico, que avalara todo tipo de servicio en la Iglesia? Si esto se exige a nivel de sociedad, ¿por qué no se exige a nivel de Iglesia? Si a nivel de sociedad el absolutismo y el autoritarismo son condenables, ¿por qué no lo serían a nivel de Iglesia?

¿Cómo se puede pretender una verdadera participación del laicado en la misión evangelizadora de la Iglesia, si no existe ningún tipo de garantía para su servicio? Aquí está una de las principales causas del poco compromiso del laico en el desempeño de algún ministerio dentro de la Iglesia.

 

REFLEXIÓN

1.- Según tu opinión, ¿por qué son pocos los que aceptan desempeñar algún ministerio en la Iglesia?

2.- ¿Qué sugieres al respecto?

 

 

Capítulo 9

 

ATENCIÓN PASTORAL Y ECONOMÍA

 

Es necesario rebasar el concepto de parroquia como feudo, encomienda o beneficio, por lo cual todas las entradas de la parroquia le corresponden al párroco, que dispone de ellas como quiere. Al mismo tiempo, hay que aclarar el papel del párroco como pastor, lo que representa un servicio y por lo tanto no da derecho a sentirse dueño ni de los feligreses, que le son confiados, ni de los bienes de la parroquia.

Como a nivel de sociedad se superó el concepto de nobles y plebeyos, señores y servidores, dueños y esclavos, lo mismo tiene que pasar en la Iglesia. Tenemos que hacer el esfuerzo por recuperar el tipo de comunidad, del que habla San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, capítulo 12, en la que se compara la comunidad a un cuerpo con muchos miembros y cada miembro aporta algo para el bien común.

Estando así las cosas, no solamente el párroco tiene derecho a prestar un servicio a la comunidad a cambio de una remuneración económica, sino cualquier persona cuyo servicio se considera necesario para el bien de la comunidad. ¿Qué sería de un municipio o un estado, en que solamente las autoridades tuvieran derecho a una recompensa económica, mientras cualquier otro servicio fuera voluntario, sin ninguna recompensa económica?

Ahora bien, hay parroquias, que cuentan con 10 – 20 – 30….. 50 mil almas. ¿Por qué no intentar organizarlas de forma tal que cada parroquia pueda atender debidamente a todos sus feligreses y al mismo tiempo dar trabajo y sustento por lo menos a 10 – 20 – 30….. 50 ministros con sus relativas familias? ¿Por qué otros pueden y nosotros no?

Para sostener a un ministro no católico, bastan 30 – 40… 100 feligreses; para sostener a un ministro católico, se necesitan de 5 – 10 mil feligreses. ¿Qué nos está pasando? Evidentemente aquí hay algo que no checa, algo que no funciona; hay problemas. En realidad, nos encontramos en una profunda crisis, en un bache. Hay que ver cómo salir.

La pregunta es: ¿dónde está el obstáculo, que impide abrir la puerta a más ministros en la Iglesia? En hacer depender la economía de la celebración de los sacramentos, algo que a todas luces raya en la simonía. Estando así las cosas, el presbítero se concentra en la administración de los sacramentos, dejando a un lado la enseñanza y el pastoreo, y le resulta difícil admitir colaboradores, con quienes compartir las entradas. De ahí el rechazo de los diáconos permanentes y demás agentes de pastoral con capacidad y deseo de servir, que tanta falta hacen a la comunidad cristiana. No nos olvidemos de la advertencia de San Pablo: “El amor al dinero es la raíz de todos los males” (1Tim 6, 10).

Separen la economía de la celebración de los sacramentos y verán cómo las cosas se empezarán a ver de manera diferente, dando a cada uno la posibilidad de desempeñar su servicio para el bien de todos. Y con más servicio, seguramente habrá más entradas y con más entradas podrá haber más posibilidad de mejor atención pastoral.

Se trata de una cadena de posibilidades que se corta por el mismo sistema, que ya no funciona, puesto que refleja situaciones de siglos pasados, que ahora no tienen ninguna vigencia. En realidad, no se trata de echarle la culpa al clero o al pueblo católico en general por lo que está pasando actualmente en la Iglesia. Se trata sencillamente de tomar conciencia de que el sistema ya no funciona y echar andar la imaginación para ver qué hacer para que funcione en la mejor manera posible. Y en esto la experiencia de los grupos no católicos puede resultar de mucha ayuda.

En concreto, ¿cuál sería mi sugerencia a este propósito? Que se hiciera un padrón de todos los católicos practicantes y cada uno estableciera libremente su aporte mensual para las necesidades económicas de la Iglesia. Pues bien, solamente éstos tendrían derecho a los sacramentos (aparte de otros requisitos), que serían totalmente gratis.

Una vez que se conociera el presupuesto con que cuenta la parroquia, no resultaría difícil ver cómo administrarlo, incluyendo no solamente al párroco, la secretaria y el sacristán, sino también a posibles diáconos permanentes y demás agentes de pastoral a tiempo completo o medio tiempo, cuyo servicio se viera importante para la marcha de la comunidad.

Y así todas las fuerzas vivas de la parroquia estarían encaminadas a la evangelización de los alejados, haciendo todo el esfuerzo posible para que se volvieran “practicantes” con todos los deberes y derechos relativos, entre ellos el poder acceder a los sacramentos. Y con esto una nueva etapa empezaría para la Iglesia.

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Cómo ves el problema de la economía en la Iglesia?

2.- ¿Qué sugieres al respecto?

 

 

Capítulo 10

 

CATÓLICOS PRACTICANTES

Y CATÓLICOS NO PRACTICANTES

 

Alguien podría preguntar: ¿Qué hacer con los católicos no practicantes? ¿Dejarlos en la así llamada Religiosidad Popular, a la merced del indiferentismo o el proselitismo religioso más descarado?

No. Que cada parroquia cuente con un padrón de católicos practicantes. Para entrar a formar parte de este padrón, se establecerían algunos requisitos: participación regular a la misa o celebración de la Palabra de cada domingo, una contribución económica mensual por familia (cada familia la podría establecer, teniendo en cuenta sus reales posibilidades), asistencia a determinados cursos de formación, etc. Pues bien, estos católicos tendrían derecho a los sacramentos y a una atención pastoral personalizada, sin ninguna ulterior carga económica, obligatoria o voluntaria. Como pasa en los demás ámbitos de la sociedad, cualquier ofrecimiento económico que se hiciera con relación a los sacramentos, podría ser visto como una forma de simonía o soborno.

Para los católicos no practicantes, no habría sacramentos sino algo sustitutivo, mientras no se decidan a dar un paso en adelante. ¿O acaso los sacramentos son simples ritos y nada más? ¿Cómo, entonces, se puede administrar lo más sagrado de nuestra fe a gente no practicante? Que se inscriban en la lista de los catecúmenos. En este caso, solamente en peligro de muerte podrían acceder a los sacramentos.

¿Y si alguien quiere casarse por la Iglesia o bautizar a sus hijos? Primero tendría que inscribirse en la lista de los practicantes, después de haber cumplido con ciertos requisitos. Solamente así podría casarse por la Iglesia o bautizar a sus hijos.

¿O se prefiere seguir con la simulación y la confusión?

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Cómo ves el problema de los practicantes y no practicantes en la Iglesia, especialmente cuando se trata de recibir los sacramentos?

2.- ¿Qué sugieres al respecto?

* Que se siga como se está haciendo actualmente.

* Que haya un cambio.

Explica la razón.

 

11.- AÑO SABÁTICO

Aparte de aumentar el número de los agentes de pastoral, es importante hacer todo lo posible para que los presbíteros y los obispos presten un mejor servicio a la comunidad. Una de las iniciativas más oportunas podría ser la del año sabático.

¿En que consistiría? En tener un año libre cada 10 – 15 años de servicio. ¿Para qué? Para descansar, atenderse en la salud, participar en algún curso de puesta al día, conocer nuevas experiencias, apoyar a otros ministros, etc.

Esto sin duda podría ayudar a tener una visión más objetiva de la realidad, entendiendo el ministerio como servicio y no como poder, y a ser más eficaces en el ministerio, logrando un mayor equilibrio emocional y un conocimiento más amplio de la realidad. Al reanudar el ministerio, se podría volver a lo mismo de antes o cambiar, encargándose, por ejemplo, de alguna comisión a nivel de diócesis o conferencia episcopal

Haciendo esto, además, se podría planear mejor la selección de los obispos, contando con tiempo con los elementos que podrían ocupar de inmediato las sedes vacantes.

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Qué opinas acerca de esta sugerencia?

2.- Presenta alguna ventaja.