V PARTE

 

PROBLEMAS ESPECIALES

 

 

Todos podemos tener problemas. Lo importante es tomar conciencia de los mismos y saberse situar de manera que no estorben más de lo necesario. Es lo que pretendemos hacer en esta sección: detectar ciertos problemas que hoy en día nos están afectando y tratar de ubicarlos en el conjunto de la vida eclesial, para evitar, hasta donde sea posible, su impacto negativo.

1.- MÉTODO: VER, JUZGAR Y ACTUAR.

“Este documento hace uso del método “ver, juzgar y actuar”. (…) Este método nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva creyente de ver la realidad”. (DA 19)

 

Perfecto. Lo que necesitamos en este aspecto es coherencia, es decir, usar los mismos parámetros para analizar y enfrentar la realidad a nivel de sociedad y a nivel de Iglesia. No se puede utilizar una medida para la sociedad y otra para la Iglesia, un criterio para la sociedad y otro para la Iglesia. No es correcto ser muy críticos a nivel de sociedad y al mismo tiempo muy indulgentes a nivel de Iglesia.

Pues bien, como hay rezago, descuido, abandono, pobreza y marginación a nivel de sociedad, hay que reconocer que lo mismo se está dando a nivel de Iglesia. ¿Por qué no reconocerlo y hacer el esfuerzo por ponerle remedio? ¿Por qué tratar siempre de maquillar la realidad eclesial? Es necesario aprender a ser honestos y valientes, al ver las cosas y presentarlas así como son, piensen lo que piensen y digan lo que digan los demás.

Ahora bien, si a nivel de sociedad se atribuye a las autoridades la mayor parte de la responsabilidad en lo que está pasando, ¿por qué no se hace lo mismo a nivel de Iglesia? ¿Quiénes tienen en su mano el poder para dar solución a los graves problemas que actualmente están afectando al pueblo católico? ¿Acaso no son los pastores?

Se puede objetar que no se cuenta con pastores suficientes. En este caso, ¿quiénes tienen en sus manos la clave para solucionar este problema? Y si no encuentran la solución, ¿por qué siguen bautizando a todos de una forma indiscriminada, para después dejarlos abandonados por falta de ministros? En este caso, ¿no nos encontraríamos ante una situación evidente de paternidad irresponsable? ¿No sería más correcto suspender la administración de los sacramentos, si ésta no puede ser acompañada por un adecuado pastoreo?

Por otro lado no hay que olvidar el hecho que los ministros tienen que estar en función de la comunidad y no viceversa: más necesidades tiene la comunidad y más ministros tiene que haber. No se puede hacer depender de la cantidad de los ministros el avance o la misma supervivencia de la comunidad.

Alguien podría objetar que en muchas comunidades hay laicos (catequistas, delegados de la Palabra o celebradores de la Palabra), que la atienden. Pues bien, esto no es suficiente. Es una manera de protestantizar la Iglesia. Para que haya una auténtica comunidad católica, tiene que haber la celebración eucarística. No basta hablar muy bonito de la Eucaristía, hacer congresos eucarísticos, y después dejar a millares y millares de comunidades católicas sin los ministros necesarios para su celebración eucarística semanal.

También a nivel de derechos humanos, la Iglesia es muy sensible y está muy al pendiente, cuando se trata de atropellos a nivel de sociedad. ¿Por qué no hace lo mismo al interior de la comunidad cristiana? De hecho no existe ningún organismo de protección. Los mismos son parte y jueces. Por lo tanto, el más débil la tiene siempre de perder.

Como es fácil notar, hay problemas en la sociedad y problemas en la Iglesia. Antes de meternos de maestros en los asuntos de la sociedad, ¿por qué no tratamos de solucionar los problemas que se encuentran al interior de la Iglesia? ¿Por qué hay tanta precisión en definir los problemas, que afectan a la sociedad, y tanta miopía en darse cuenta de la grave problemática, que está afectando a la Iglesia?

 

REFLEXIÓN

1.- En tu parroquia, asociación o movimiento, ¿se practica este método?

2.- Este método, ¿sirve solamente para enfrentar los problemas de la sociedad o también para hacer frente a los problemas de la Iglesia?

 

 

Capítulo 2

 

DOGMA Y DISCIPLINA

 

No hay que dar a las disposiciones disciplinarias el mismo tratamiento que se da a los dogmas, que son doctrinas inmutables, iguales para todos y para siempre, sin posibilidad de cambio. Fuera de estos, si alguna disposición disciplinaria, que fue providencial en los tiempos pasados, ahora se vuelve perjudicial en algún lugar, tiene que ser revisada, no olvidando el principio: “salus animarum suprema lex” = “el bien de las almas ley suprema”.

De otra manera, corremos el riesgo de hacernos acreedores al reproche que hizo Jesús a los fariseos de aquel tiempo: “Ustedes están violando el mandamiento de Dios, para guardar las tradiciones de sus mayores” (Mc 7, 9). En nuestro caso, ¿cuál es el mandamiento de Dios? Que todas las comunidades cristianas cuenten con la celebración eucarística: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22, 19; Hch 2, 42; 1Cor 11, 24-25). ¿Y qué está pasando? Que por no cumplirse ciertos requisitos, que se establecieron a lo largo de los siglos, se dejan comunidades enteras sin la celebración eucarística, no dando cumplimiento a la orden de Cristo.

¿Qué hacer, entonces? Poner en primer lugar la orden de Cristo y por lo tanto hacer todo lo posible para que se cumpla, sin ningún pretexto, es decir, que todas la comunidades católicas puedan contar con ministros propios para la celebración eucarística. ¿Y los requisitos? Lo mejor que se pueda, teniendo en cuenta antes que nada la Palabra de Dios y la realidad concreta de cada lugar, sin fijarse demasiado en la experiencia de los siglos pasados y los problemas que se puedan suscitar, al actuar en plena fidelidad al mandato de Cristo. ¿No es ésta una manera concreta de discernir los “signos de los tiempos” (Mt 16, 3) y expresar la propia confianza en la asistencia del Espíritu Santo?

           

REFLEXIÓN

1.- Presenta algún dogma de la Iglesia, que no se puede cambiar por ninguna razón:

2.- Presenta alguna disposición disciplinaria, que se puede cambiar:

 

 

Capítulo 3

 

EUCARISTÍA

 

“Para formar al discípulo y sostener al misionero en su gran tarea, la Iglesia les ofrece, además del Pan de la Palabra, el Pan de la Eucaristía. A este respecto nos inspira e ilumina la página del Evangelio sobre los discípulos de Emaús. Cuando éstos se sientan a la mesa y reciben de Jesucristo el pan bendecido y partido, se les abren los ojos, descubren el rostro del Resucitado, sienten en su corazón que es verdad todo lo que Él ha dicho y hecho, y que ya ha iniciado la redención del mundo. Cada domingo y cada Eucaristía es un encuentro personal con Cristo. Al escuchar la Palabra divina, el corazón arde porque es Él quien la explica y proclama. Cuando en la Eucaristía se parte el pan, es a Él a quien se recibe personalmente. La Eucaristía es el alimento indispensable para la vida del discípulo y misionero de Cristo”. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia)

 

“La Misa dominical, centro de la vida cristiana. De aquí la necesidad de dar prioridad, en los programas pastorales, a la valorización de la Misa dominical. Hemos de motivar a los cristianos para que participen en ella activamente y, si es posible, mejor con la familia. La asistencia de los padres con sus hijos a la celebración eucarística dominical es una pedagogía eficaz para comunicar la fe y un estrecho vínculo que mantiene la unidad entre ellos. El domingo ha significado, a lo largo de la vida de la Iglesia, el momento privilegiado del encuentro de las comunidades con el Señor resucitado.

Es necesario que los cristianos experimenten que no siguen a un personaje de la historia pasada, sino a Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de sus vidas. Él es el Viviente que camina a nuestro lado, descubriéndonos el sentido de los acontecimientos, del dolor y de la muerte, de la alegría y de la fiesta, entrando en nuestras casas y permaneciendo en ellas, alimentándonos con el Pan que da la vida. Por eso la celebración dominical de la Eucaristía ha de ser el centro de la vida cristiana.

El encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso de la evangelización y el impulso a la solidaridad; despierta en el cristiano el fuerte deseo de anunciar el Evangelio y testimoniarlo en la sociedad para que sea más justa y humana. De la Eucaristía ha brotado a lo largo de los siglos un inmenso caudal de caridad, de participación en las dificultades de los demás, de amor y de justicia. ¡Sólo de la Eucaristía brotará la civilización del amor, que transformará Latinoamérica y el Caribe para que, además de ser el Continente de la Esperanza, sea también el Continente del Amor!” (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia).

 

Perfecto. El problema es: ¿cómo celebrar la Eucaristía, si no se cuenta con ministros ordenados? Hay que enfrentar el problema de raíz. No basta hablar muy bonito de la bondad del agua en orden a la salud, si no hay agua. Que primero haya agua y después se hable de su eficacia en orden a la salud.

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Cómo ves la situación de tantas comunidades católicas, que no cuentan con la celebración eucarística dominical, por no contar con sacerdotes suficientes?

2.- ¿Qué sugieres al respecto?

 

 

Capítulo 4

 

EVANGELIZACIÓN Y PROMOCIÓN HUMANA

 

“Una tarea de gran importancia es la formación de pensadores y personas que estén en los niveles de decisión. Para eso, debemos emplear esfuerzo y creatividad en la evangelización de empresarios, políticos y formadores de opinión, el mundo del trabajo, dirigentes sindicales, cooperativos y comunitarios”. (DA 492)

 

“Los discípulos y misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social. La opción preferencial por los pobres, de raíz evangélica, exige una atención pastoral atenta a los constructores de la sociedad. Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales”. (DA 501)

 

“¿Cómo puede contribuir la Iglesia a la solución de los urgentes problemas sociales y políticos, y responder al gran desafío de la pobreza y de la miseria”? (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia).

 

“El respeto de una sana laicidad – incluso con la pluralidad de las posiciones políticas – es esencial en la tradición cristiana”. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia)

 

“Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político. Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas, es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector. Y los laicos católicos deben ser conscientes de su responsabilidad en la vida pública; deben estar presentes en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias”. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia).

 

Si examinamos la historia pasada, sin duda encontraremos ejemplos espléndidos de entrega generosa de parte de hombres y mujeres en el amplio campo de la promoción humana. En México aún queda vivo el recuerdo de Tata Vasco, el primer obispo de Michoacán, que supo conjugar admirablemente la evangelización con la promoción humana, con iniciativas tan acertadas que hasta la fecha no dejan de tener vigencia.

De todos modos, no tenemos que olvidar que lo propio de la Iglesia es hacer “discípulos y misioneros de Cristo”, convencidos de que ese mismo hecho representa ya una forma de promoción humana muy efectiva. “No tengo oro ni plata – dijo San Pedro al tullido – lo que tengo te lo doy: en el nombre de Jesús, levántate y anda” (Hch 3, 6).

Esto nos enseña que lo propio de la Iglesia no es dictar leyes o resolver los problemas en el campo de la economía, la política o la vida social; tampoco formar a empresarios, economistas o políticos como tales, sino de inculcar en todos el espíritu cristiano de manera tal que, actuando a la luz del evangelio, puedan ser en el mundo fermento de justicia, paz y comprensión, cualquiera que sea su actividad específica en el campo profano.

En el fondo, se trata de tomar conciencia de que el desequilibrio que afecta la sociedad actual y de todos los tiempos es fruto del pecado. Por lo tanto, cuanto más se lucha contra el pecado y se pone al hombre en paz y obediencia hacia Dios, tanto más se está haciendo una verdadera obra de promoción y elevación humana.

De ahí la acción de Jesús contra Satanás. Él vino para “deshacer las obras de Satanás” (1Jn 3, 8); dio poder a sus discípulos para someter demonios y expulsarlos (Lc 10, 17-19; Mc 16, 17).

Y todo esto de por sí es elevación humana y posibilidad de una vida más digna. Esto es lo propio de la Iglesia: actuar como depositaria de un poder que le viene de lo alto para elevar al hombre hasta hacerlo “hijo de Dios y heredero de la gloria”. Lo demás es secundario y supletorio. De por sí le corresponde al estado o la sociedad civil.

Todos: Iglesia, estado y sociedad civil, estamos comprometidos por crear mejores condiciones de vida para todos, especialmente para los más débiles y desposeídos. La diferencia está en la perspectiva con que cada entidad mira y aborda la realidad, aportando cada una lo que le es propio y evitando cualquier tipo de confusión o injerencia indebida en asuntos que no le corresponden.

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Cuál es la manera propia de la Iglesia de promover al hombre y a la misma sociedad?

2.- Presenta alguna experiencia al respecto.

 

Capítulo 5

 

EVANGELIO SOCIAL

Y TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

 

Tengo la impresión que dentro de la Iglesia Católica a un siglo de distancia se hayan repetido los mismos errores, que se cometieron en el protestantismo histórico a fines del 1.800. A la insignia de la apertura en el campo de la investigación teológica y la búsqueda del bienestar en campo material (Evangelio Social), se engendró una enorme inseguridad doctrinal entre los feligreses y un cierto alejamiento de los valores estrictamente religiosos. Consecuencia: el fundamentalismo, que dio nueva vitalidad al factor religioso en la sociedad y está avanzando con gran celeridad a expensa de las iglesias históricas.

La versión católica de dicho fenómeno se dio en Francia con los famosos “curas obreros”. Su ideología era: “No se puede hablar de Dios a uno que tiene el estómago vacío. No tenemos derecho de anunciar el Evangelio antes de haber resuelto el problema económico.” Y el resultado ¿cuál fue? Que se resolvió el problema económico, Francia se volvió en una potencia mundial y la fe quedó atrás.

Con la Teología de la Liberación se repitió lo mismo. Mucho interés por el aspecto económico, político y social. Resultado: enfriamiento religioso y debilitamiento ante el acoso de los grupos proselitistas. Como reacción, florecieron, al interior de la Iglesia, grupos fuertemente comprometidos con los valores espirituales, que poco a poco se van haciendo presentes en todas partes, despertando grandes expectativas en el mundo católico.

Algunos, ante esta realidad, elevan el grito al cielo: “Fundamentalismo católico, integrismo, sectas dentro de la Iglesia”. Si son flores, florecerán. “Por sus frutos los conocerán” (Mt 7, 16). Y parece que se están dando flores y frutos en abundancia, no obstante la oposición y el rechazo de parte de los fanáticos de lo político, lo económico y lo social.

¿Lograrán algún día estos grupos contagiar toda la Iglesia, de manera tal que pueda volver a su misión original de ser “sal de la tierra y luz del mundo” (Mt 5, 13-14)? Ésta es la esperanza que abrigamos los que estamos luchando para que la Iglesia se centre más en lo propio y se dedique menos a lo marginal. ¿Y los que hoy en día han hecho de los asuntos sociales, políticos y económicos su bandera? Que se dediquen a la pastoral social y dejen a los demás trabajar en paz.

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Qué sabes acerca de la Teología de la Liberación?

2.- ¿Qué opinión tienes al respecto?

 

 

Capítulo 6

 

DESFASE CULTURAL

 

El anuncio del Evangelio no puede prescindir de la cultura actual. Esta debe ser conocida, evaluada y en cierto sentido asumida por la Iglesia, como un lenguaje comprendido por nuestros contemporáneos. Solamente así la fe cristiana podrá aparecer a sus ojos como realidad pertinente y significativa de salvación. Pero esta misma fe deberá engendrar patrones culturales alternativos para la sociedad actual. Los cristianos que han recibido talentos propios deberán ser creativos en sus campos de actuación: mundo de la cultura, de la política, de la opinión pública, de la arte y de la ciencia”. (DA 480)

 

“Una formación pastoral de los futuros presbíteros y agentes de pastoral capaz de responder a los nuevos retos de la cultura urbana”. (DA 518 o)

 

Otro problema, que tenemos los católicos y en general todas las iglesias históricas, es el desfase cultural. Manejamos una cultura propia de otros tiempos, que la gente de hoy no entiende. Para nosotros vale más la mente y la razón, mientras para la cultura actual vale más el corazón y el sentimiento; para nosotros vale más el razonamiento para convencer, mientras para la sensibilidad actual vale más el impacto que se da mediante el testimonio (verdadero o falso) y todos los posibles recursos que ofrecen la sicología y el arte.

La base de la cultura que se maneja en la Iglesia Católica es greco-latina y el lenguaje es esencialmente de tipo filosófico-teológico, algo completamente fuera del contexto cultural actual. De hecho, hoy en día, la gente prefiere la imagen a la palabra, lo más sencillo e inmediato a lo complicado.

Por lo tanto, si queremos influir en la cultura actual, tenemos que usar el lenguaje de la imagen, el arte y la poesía, mediante el cuento, la novela, el diálogo, etc. Ya no sirven los tratados de filosofía o teología. Nadie los entiende ni a nadie les interesan, con excepción de los que se dedican a este tipo de actividad. Hoy tenemos que aprender a sugerir, más que decir expresamente.

Aquí está el grande reto de inculturar la fe hoy en día. No se trata de cristianizar o evangelizar la cultura, como si se tratara de rociarla con un poco de agua bendita. Más bien, se trata de crear cultura con valores cristianos, utilizando los moldes culturales actuales. Una enorme tarea, en la cual todos y cada uno estamos invitados a participar, dando cada quien lo mejor de sí.

Por lo que se refiere a la grave crisis, que está afectando a la Iglesia en este momento, ¿dónde está la causa más profunda de su incapacidad para hacerle frente? En la formación esencialmente filosófico-teológica del clero, que está capacitado para enfrentar solamente los problemas de orden teórico, no los problemas de orden práctico. En el mundo de los conceptos, el clero se mueve con toda soltura, no en el mundo de lo real. No está entrenado a enfrentar situaciones. De ahí su preferencia por los documentos.

Su misma formación lo lleva a buscar, para cualquier problema, salidas de tipo intelectual, que a veces son verdaderos pretextos, como en el caso del acoso que el pueblo católico está sufriendo de parte de los grupos proselitistas: que la Iglesia católica nunca se acabará (Mt 16, 18; 28,20), que en el fondo todos buscamos al mismo Dios, que lo mejor es el diálogo ecuménico, que no nos damos abasto, que la salvación es un don de Dios, etc.

En el fondo, se trata de una verdadera incapacidad a enfrentar los problemas reales, mediante investigaciones de campo, análisis, experimentación, entrenamiento, programación, etc. ¿Queremos resolver el problema de la crisis actual, que está padeciendo la Iglesia? Tenemos que empezar por implantar un nuevo tipo de formación dentro de los seminarios, más práctica y operativa, encaminada, no solamente a conocer la doctrina católica, sino a enfrentar y resolver los problemas de orden pastoral.

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Cómo ves la manera de hablar del clero? ¿Se entiende?

2.- ¿Qué sugieres al respecto?