Capítulo 7

 

RELIGIOSIDAD POPULAR

 

“Esta religiosidad se expresa también en la devoción a los santos con sus fiestas patronales, en el amor al Papa y a los demás Pastores, en el amor a la Iglesia universal como gran familia de Dios que nunca puede ni debe dejar solos o en la miseria a sus propios hijos. Todo ello forma el gran mosaico de la religiosidad popular que es el precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina, y que ella debe proteger, promover y, en lo que fuera necesario, también purificar”. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia)

“Los pueblos latinoamericanos y caribeños tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios”. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia)

 

“La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros, donde se recogen las más hondas vibraciones de la América profunda. Es parte de una “originalidad histórica cultural” de los pobres de este Continente, y fruto de “una síntesis entre las culturas y la fe cristiana”. En el ambiente de secularización que viven nuestros pueblos, sigue siendo una poderosa confesión del Dios vivo que actúa en la historia y un canal de transmisión de la fe. El caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador por el cual el pueblo cristiano se evangeliza a sí mismo y cumple la vocación misionera de la Iglesia. (DA 264)

 

Cuando se habla de las masas a nivel de sociedad en general, se habla de abandono, marginación, desigualdad, injusticia, pobreza, etc.; cuando, al contrario, se habla de las mismas masas a nivel de Iglesia, se cambia de tono y se ve todo bonito. Se habla de las riquezas y los valores, presentes en la así llamada “Piedad Popular”.

¿Qué tal, si los gobiernos hicieran lo mismo y, en lugar de tomar conciencia de la triste situación en que se encuentran las masas populares y tratar de hacer todo lo posible por cambiarla, se dedicaran a ensalzar las ventajas de una vida frugal y sobria, a la antigua, sin luz, sin medicinas, sin agua potable, sin carreteras, sin escuelas y alimentándose de puras hierbas y animales silvestres? Pronto descubriríamos el engaño y la manipulación en esta manera de presentar las cosas y haríamos todo lo posible por poner en guardia a la población y enseñarle a exigir sus derechos.

Pues bien, ¿por qué no se hace lo mismo a nivel de Iglesia? ¿Qué más pruebas queremos para darnos cuenta de que las masas católicas se encuentran religiosamente marginadas y abandonadas, sin una debida atención pastoral y sin ningún apoyo ante el acoso capilar, constante y sistemático de los grupos proselitistas?

¿Acaso se olvidaron de la enseñanza de Jesús:”Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10)? ¿Qué es eso de considerar la religiosidad popular como riqueza o tesoro del catolicismo y con eso lavarse las manos de toda responsabilidad? ¿Por qué no se llaman las cosas con su nombre?

Pues bien, la religiosidad popular no constituye una forma correcta de vivir la fe, sino representa un camino truncado, que reclama la intervención de parte de la comunidad cristiana hasta llegar a la plenitud en Cristo y su Iglesia.

De hecho, nuestros hermanos, que se encuentran en este tipo de religiosidad, se sienten como de segunda categoría con relación a los demás católicos con una vivencia cristiana más auténtica y acomplejados ante el acoso de los grupos proselitistas, por lo cual fácilmente se salen de la Iglesia y, al hacer esto, tienen la impresión de haber dado un paso en adelante en su caminar hacia Dios y en su manera de vivir como seres humanos e hijos de Dios.

Ante esta realidad me pregunto: ¿por qué, en lugar de buscar pretextos, no hacemos un esfuerzo serio por elevar el nivel religioso de los que cuentan solamente con los recursos que ofrece la piedad popular? Es tiempo de ser sinceros y realistas con nosotros mismos: pan al pan y vino al vino. “Sí, cuando es sí; no, cuando es no. Todo lo demás viene del demonio (Mt 5, 37). Es tiempo de enfrentar la realidad así como es, aunque duela. La realidad a todos los niveles. Solamente haciendo este cambio (conversión), podremos arrancar para una verdadera evangelización, sin tapujos ni miedos injustificados.

Hoy en día muy pocos creen en los discursos paternalistas. Más bien se prefiere la verdad en todo y a secas, sin maquillajes de ningún tipo. Como dijo Jesús: “La verdad los hará libres” (Jn 8, 32), la verdad a todos los niveles: filosófico, teológico y pastoral. Sin esta actitud de honestidad intelectual en la búsqueda de la verdad, no hay avances en ningún campo, menos en el campo religioso y espiritual.

 

REFLEXIÓN

1.- ¿Cómo se siente la gente que vive en la Religiosidad Popular, ante el acoso de los grupos proselitistas? Seguros                       Inseguros

2.- ¿Qué sugieres al respecto?

 

 

Capítulo 8

 

GLOBALIZACIÓN

 

“La globalización es un fenómeno complejo que posee diversas dimensiones (económicas, políticas, culturales, comunicacionales, etc.). Para una justa valoración de ella, es necesaria una comprensión analítica y diferenciada que permita detectar tanto sus aspectos positivos como negativos. Lamentablemente, la cara más extendida y exitosa de la globalización es su dimensión económica, que se sobrepone y condiciona las otras dimensiones de la vida humana. En la globalización la dinámica del mercado absolutiza con facilidad la eficacia y la productividad como valores reguladores de todas las relaciones humanas. Este peculiar carácter hace de la globalización un proceso promotor de inequidades e injusticias múltiples. La globalización tal y como está configurada actualmente, no es capaz de interpretar y reaccionar en función de valores objetivos que se encuentran más allá del mercado y que constituyen lo más importante de la vida humana: la verdad, la justicia, el amor, y muy especialmente, la dignidad y los derechos de todos, aún de aquellos que viven al margen del propio mercado”. (DA 61)

 

Sin duda, la globalización representa un problema. Me pregunto: “¿Solamente a nivel de sociedad? ¿Y a nivel de Iglesia?” Es suficiente ver lo que ha provocado en nuestras comunidades la abolición de la apologética en aras de una apertura indiscriminada hacia otras expresiones religiosas, sin un mínimo de orientación. Lo que era útil y oportuno en un lugar, resultó perjudicial en otro. Lo peor del caso es que a estas alturas aún existen muchos dentro de la Iglesia que siguen ciegos, sin darse cuenta de los enormes daños que esta postura ha causado y sigue causando a nuestra gente.

Después viene el problema de la Liturgia, el problema de los ministerios, etc. Creo que, si viéramos a la luz de este fenómeno nuestra realidad eclesial, muchas cosas cambiarían.

 

REFLEXIÓN

Apunta alguna reflexión acerca de los efectos negativos del fenómeno de la globalización en la Iglesia.

 

 

Capítulo 9

 

DIÁLOGO ECUMÉNICO

E INTERRELIGIOSO

 

“No con la misma intensidad en todas las Iglesias se ha desarrollado el diálogo ecuménico e interreligioso, enriqueciendo a todos los participantes. En otros lugares se han creado escuelas de ecumenismo o colaboración ecuménica en asuntos sociales y otras iniciativas. (DA 99 g)

 

 “Muchas veces no es fácil el diálogo ecuménico con grupos cristianos que atacan a la Iglesia Católica con insistencia. (DA 100 g)

 

La importancia que en América Latina se ha dado a este asunto, es consecuencia del fenómeno de la globalización con tal de seguir la corriente y dar la impresión de estar a la moda.

En la práctica, no hay nada serio en todo esto. No existe un verdadero deseo de diálogo. Cuando hay algún contacto con gente de otra creencia, sencillamente se están buscando aliados más allá de las propias fronteras religiosas para afianzar el propio proyecto religioso o político. Se trata de afinidades: Renovación carismática con pentecostales y Teología de la Liberación con algún grupo no católico, metido igualmente en asuntos económicos, políticos y sociales.

Todo lo demás, pura pantalla, con una fuerte dosis de ingenuidad de parte de los católicos y astucia de parte de los demás grupos religiosos, algunos de los cuales pertenecientes también a las iglesias históricas (luteranos, anglicanos, etc.). Con el pretexto del ecumenismo, lograron desarmar al mundo católico y al momento oportuno dieron el zarpazo, manifestando así sus reales intenciones.

 Lo peor del caso es que, no obstante todo, de parte de algunos católicos se sigue con el cuento. Es que no les enseñaron otra cosa para enfrentar el problema de la división entre los discípulos de Cristo. No les enseñaron que la receta ecuménica es para restablecer la unidad con gente que busca la unidad, mientras la apologética enseña cómo resistir ante el acoso de los grupos proselitistas.

De todos modos, sea para buscar la unidad que para no dejarse confundir por gente de otra agrupación religiosa, es siempre necesario que el católico conozca su propia identidad y la identidad de los grupos religiosos proselitistas con los relativos cuestionamientos. Solamente así es posible realizar un diálogo constructivo o impedir que alguien se aproveche de la propia buena fe.

¿Y qué está pasando ahora? Que lo único que se está haciendo en campo católico, es hablar bien de los demás grupos religiosos y reprimir a los católicos, que quieren conocer los fundamentos de su fe para no dejarse confundir por los que la amenazan, tachándolos de retrógradas y fanáticos.

¿Con qué resultado? Que los grupos proselitistas siguen avanzando, mientras los católicos se acomplejan siempre más. Muchos pensaban que los grupos proselitistas, al darles cancha abierta, iban a entrar en la línea ecuménica. Pero esto no sucedió. Al contrario, se envalentonaron siempre más y tomaron más alas. Por otro lado, es imposible que un ejército en plena conquista se pare y acceda a sentarse a la mesa de negociaciones.

Sépanlo bien los teóricos del ecumenismo que, si queremos que los grupos proselitistas acepten entrar en la línea ecuménica, primero los tenemos que parar, cortándoles toda posibilidad de avance. ¿Cómo? Fortaleciendo la fe de los católicos y haciéndoles notar sus deficiencias en el sentido de que se trata de grupos particulares, que están desconectados de la Iglesia que fundó Cristo, que es la Iglesia Católica, y por lo tanto no gozan de las mismas atribuciones y riquezas presentes en ella.

Una vez que vean cortadas todas sus posibilidades de avance y empiecen a ver tambalear a su misma gente, fácilmente comprenderán la importancia de vivir en paz con todos, en el respeto mutuo, sin ningún afán proselitista, en lugar de seguir considerando como bueno solamente lo propio y todo lo ajeno como malo. Por lo menos, ésta es la experiencia que hemos tenido hasta la fecha los que estamos trabajando en la línea apologética, logrando parar el avance de los grupos proselitistas y creando un clima general de respeto mutuo, que con el tiempo podrá dar origen a un estilo realmente ecuménico, una vez sanadas las cicatrices, causadas por un ataque inmisericorde contra todo lo católico.

 

REFLEXIÓN

1.- En tu parroquia, asociación o movimiento, ¿qué se está haciendo en el campo del diálogo ecuménico e interreligioso?

2.- ¿En qué aspecto hay que trabajar más?

 

 

Capítulo 10

 

CULTURAS PRECOLOMBINAS

 

“En efecto, el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña.

La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un progreso, sino un retroceso. En realidad sería una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado. (Palabras del Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la V Conferencia)

 

No sé qué pretenden los que quieren hacer revivir las antiguas culturas precolombinas. En lugar de ver cómo llevar a plenitud las “semillas del Verbo”, ya presentes en sus costumbres, quieren regresar a lo antiguo. “¿Por qué? – me pregunto – ¿Por un afán antropológico? ¿Por venganza, despecho o resentimiento contra la Iglesia Católica por no haber contado con su apoyo incondicional en el momento de la lucha, haciendo fracasar de esta manera sus proyectos igualitarios mediante levantamientos armados?

Sin duda, es difícil entender su postura de rechazo radical del cristianismo en favor de un regreso a las antiguas religiones paganas. Ni modo. Hay de todo en la viña del Señor, aunque a veces me pregunto si este tipo de gente aún siga en la viña del Señor o ya esté trabajando en otra viña.

 

REFLEXIÓN

Apunta alguna experiencia o reflexión acerca de este tema.

 

 

Capítulo 11

 

UNA OPORTUNIDAD DESPERDICIADA

 

Con la llegada de los grupos proselitistas, el pueblo católico, con una religiosidad profunda pero al mismo tiempo poco ilustrada, quedó fuertemente cuestionado. Era el momento de aprovechar para iluminar su fe y sacarlo del estado de sopor e ignorancia en que se encontraba, dando un paso significativo de un catolicismo de tradición a un catolicismo de convicción.

Pero no. El clero, en nombre de un malentendido ecumenismo, se encargó de sumirlo en un complejo de inferioridad sin precedentes, oponiéndose a todo intento de defender su fe, hablándole de apertura y diálogo. Una apertura y un diálogo, que se convirtieron en una aceptación supina de la fe ajena y un monólogo de parte de los supuestos interlocutores.

Para el clero, el ecumenismo y el diálogo interreligioso representó un álibi para no hacer nada y sentirse abierto y progresista, mientras las masas católicas caían bajo el látigo del proselitismo religioso más aguerrido y la Nueva Era. Algo increíble, pero cierto. Para justificar tal postura, se llegó al colmo de afirmar que los nuevos grupos religiosos no representan un problema para el pueblo católico, sino una ayuda, puesto que como Iglesia no estamos en condiciones de evangelizar y atender debidamente a nuestras masas católicas.

En lugar de ver qué hacer para encarar correctamente el problema de la evangelización y la atención pastoral de nuestra masas católicas, muchos buscaron el camino más fácil, tratando de tergiversar el dato revelado, hasta poner en duda el papel único de Cristo y su Iglesia en orden a la salvación del género humano.

Las cosas llegaron tan lejos, que ahora resulta extremadamente difícil hacerlas regresar a su cauce normal. La oposición al documento “Dominus Iesus”, que resume la doctrina tradicional de la Iglesia al respecto, representa una prueba fehaciente del abismo, en que han caído muchos clérigos y sedicentes teólogos o católicos comprometidos.

De ahí su rechazo a todo tipo de apologética y al mismo tiempo su dejadez en orden al cuidado de la fe en el pueblo católico, con el pretexto de que, en el fondo, todo es lo mismo, puesto que todo lleva al mismo Dios. Cuando alguien solicita ayuda para aclarar alguna duda, que los grupos proselitistas están sembrando entre las filas católicas, nunca están dispuestos y lo único que saben decir es: “No les hagan caso” o “Nadie los obliga a ser católicos. Si se quieren ir, que se vayan. Aquí nadie está a la fuerza”.

Es que no saben qué contestar, no conocen la problemática y bajo un manto de apertura están ocultando una extrema ignorancia en asuntos de suma importancia para el cuidado y la preservación de la fe en el pueblo católico. Ahí están las consecuencias de un error de origen, al haber eliminado de los programas de estudio a todos los niveles una materia tan importante como la apologética, especialmente en el momento en que más se necesitaba, al tener que enfrentarnos por primera vez en la historia al fenómeno del proselitismo religioso más descarado.

Por lo tanto, en este momento más que nunca se hace necesaria una toma de posición abierta y valiente en favor del Papa Benedicto XVI en su afán de clarificar la doctrina católica en aspectos fundamentales. Que nos tachen de tradicionalistas o atrasados, nos tienen sin cuidado. Cuando se trata de doctrina, la tradición es la norma y todo lo demás, por bonito y atractivo que parezca, fácilmente puede volverse en traición.

 

REFLEXIÓN

1.- Hoy en día, ¿es necesaria la Apologética? Si              No

2.- ¿Por qué?

 

 

CONCLUSIÓN:

Un Concilio Latinoamericano

 

Es inútil seguir dándole vuelta: el sistema pastoral católico es obsoleto y no da para más. Es evidente que ya colapsó. Por lo tanto, es tiempo de tomar conciencia de la triste situación, en que no encontramos como Iglesia, y empezar a ensayar nuevos métodos de evangelización y crear nuevas estructuras pastorales, hasta no dar origen a un nuevo modelo eclesial (4), en que todos sus miembros sean debidamente atendidos, uno por uno, y al mismo tiempo estar en condiciones de avanzar, cumpliendo con el mandato de Cristo: “Vayan por todo el mundo y prediquen mi Evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15).

Para lograr esto, más que fijarnos en el modelo eclesial, que se plasmó a lo largo de siglos y floreció en la edad media, tenemos que inspirarnos en la experiencia de las primeras generaciones cristianas, cuya característica fundamental fue un gran espíritu de libertad y creatividad, que les permitió una rápida expansión mediante una oportuna organización y una fácil enucleación.

Aquí radica precisamente el secreto del éxito, que actualmente están teniendo los grupos proselitistas: buscar inspiración en la Iglesia primitiva, como aparece de una manera especial en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en las cartas de San Pablo, organizándose de forma tal que todos sus miembros sean debidamente atendidos y puedan seguir avanzando.

¿Por qué, entonces, nosotros, en lugar de limitarnos a reconocer los méritos de los grupos proselitistas, no hacemos un esfuerzo por descubrir la clave de su éxito y al mismo tiempo no luchamos por tratar de revivir también entre nosotros las hazañas evangelizadoras de los primeros siglos de la Iglesia? En lugar de abandonar en la así llamada “Piedad Popular” a nuestras masas católicas, dándolas por perdidas o dejándolas sin protección alguna ante el acoso sistemático y capilar de los grupos proselitistas, ¿por qué no nos organizamos de forma tal que las podamos evangelizar y atender debidamente?

Alguien dirá: “¿Qué podemos hacer nosotros para realizar una tarea tan grande? ¿No es obligación de la jerarquía? ¿No es el Papa que tiene el poder de abrir y cerrar, es decir, de tomar la decisión en asuntos de tanta importancia?” Respuesta: “La intuición no es privilegio de la jerarquía; todos, cada uno según el papel que desempeña dentro de la comunidad cristiana, tenemos la capacidad de descubrir algún aspecto en que podemos intervenir para mejorar las cosas dentro de la Iglesia. Se trata de muchas piezas, que poco a poco hay que ir preparando para dar origen a un Nuevo Modelo de Iglesia. A la jerarquía le tocará preparar la pieza más importante, relacionada con el ministerio ordenado”.

Así que todos dentro de la Iglesia, pastores y simples feligreses, cada uno según el don recibido, podemos y tenemos que hacer algo para ir dibujando un Nuevo Rostro de Iglesia. Es hora de despertar del largo letargo, en que estamos viviendo desde hace bastante tiempo, y empezar a enfrentar la realidad eclesial con sinceridad, honestidad y valentía. Este es el Nuevo Pentecostés que estamos esperando. Lo demás es pura demagogia, aunque disfrazada de optimismo y pietismo.

“Una obra de titanes” – pensará alguien. Claro que se trata de una obra de titanes, que exige mucha entrega y mucho sacrificio. No por eso tenemos que quedarnos con los brazos cruzados, entreteniéndonos en cualquier cosa y renunciando a intentar una solución global y radical a un problema, que desde hace mucho tiempo nos está afectando profundamente como Iglesia, impidiéndonos realizar plenamente la misión, que Cristo nos ha confiado.

Como dijo Jesús, “Vino nuevo en odres nuevos” (Mt 9, 17). Si todo el panorama social y religioso está cambiando, tenemos que pensar en una nueva organización eclesial so pena de un fracaso de dimensiones históricas, como la experiencia ya nos está demostrando largamente.

Estando así las cosas, me parece que el actual sistema de Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano ya no funciona. Ya no basta tomar nota de todo lo que se está haciendo o se puede hacer dentro de las distintas comunidades cristianas. Ni sirve el tono paternalista y exhortativo. Es necesario empezar a pensar en una verdadera organización, capaz de fortalecer interiormente a la Iglesia y al mismo tiempo lanzarla a la misión.

Según mi opinión, llegó el momento de pensar en un Concilio Americano o Latinoamericano, definiendo los distintos actores, sin excluir a los laicos, y el proceso a seguir por etapas y tomando acuerdos concretos. Un proceso de unos diez años, en que se vayan dando pasos concretos con miras a configurar “un Nuevo Rostro de Iglesia”, más juvenil y atractivo, más conforme a los tiempos en que vivimos, y que vaya a culminar en la celebración del Concilio.

¿Una utopía? Claro, una utopía en el sentido mejor de la palabra: no como algo totalmente fuera de la realidad, sino como algo que no existe al presente y que, sin embargo, puede existir en el futuro si le echamos ganas; un sueño y un imán, que nos pueden ayudar a despertar del estado de sopor, en que nos encontramos desde hace siglos, e impulsarnos a intentar cualquier cosa con tal de encontrar la solución a los graves problemas que nos están afectando como Iglesia.

Me pregunto: ¿es propio necesario tocar fondo antes de empezar a tomar conciencia de la gravedad y trascendencia del momento que estamos viviendo? ¿Es propio necesario repetir los errores del pasado?

¿Acaso a fines del primer milenio de la historia de la Iglesia las altas jerarquías católicas no se daban cuenta de la triste situación en que se encontraba el papado, envuelto en un mundo de corrupción? De todos modos no hicieron nada, hasta que se llegó al Cisma de Oriente (ortodoxos: año 1.054) y empezaron a cambiar las cosas.

Lo mismo pasó con el problema del clero. En lugar de hacer caso a las voces de protesta, que se estaban levantando por todas partes, se entretuvieron en ver cómo cicatrizar la grande herida. Y se llegó al Cisma de Occidente (Lutero: año 1.517), lo que provocó la Contrarreforma Católica con la institución de los seminarios.

A 500 años de distancia, nos encontramos ante el problema de las masas católicas, abandonadas por falta de estructuras pastorales adecuadas y acosadas por un sinfín de grupos proselitistas. ¿Y qué está pasando? Que una vez más las autoridades competentes no se dan por enteradas, preocupadas por resolver el problema de las anteriores escisiones.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta perder una vez más la mitad del mundo católico? Me pregunto: ¿Es propio necesaria una catástrofe de tal magnitud, antes de decidirnos a enfrentar con seriedad el problema de las estructuras pastorales y del proselitismo religioso, que tanto daño nos está causando? Es tiempo de tomar al toro por los cuernos. Ya no hay tiempo que perder. Estando las cosas como están, cualquier indecisión, duda o dilación nos puede costar demasiado caro.

Ya no valen los pretextos. Si otros pueden conquistar a nuestras masas católicas y atenderlas, ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo? Sencillamente porque es necesario poner todas las cartas sobre la mesa y ver cómo en concreto podemos lograr una reestructuración completa y satisfactoria de todo nuestro sistema pastoral, y muchos, especialmente los privilegiados y los instalados, no están dispuestos a eso y se resisten con todos los medios. Prefieren seguir como antes, porque le tienen miedo al cambio. No quieren arriesgar con perder lo seguro por lo incierto.

Y por eso nos encontramos atorados. Grandes documentos, un montón de palabras y se nos está escapando lo esencial y sencillo: cómo atender a nuestros feligreses, uno por uno. Si la Iglesia es la familia de Dios, en una familia todos tienen derecho a ser atendidos. Si se habla de paternidad responsable a nivel puramente humano, ¿por qué no se hace lo mismo a nivel espiritual?

Éste es el gran reto que hoy se presenta a nuestra Iglesia. O lo enfrentamos en la mayor brevedad posible y con valentía o seguiremos perdiendo gente al por mayor. O nos lanzamos a la lucha pensando en la victoria o nos preparamos para una lenta agonía, viendo desaparecer nuestras otrora tan gloriosas masas católicas. No nos olvidemos: un día la Historia nos juzgará.

 

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Alguien podría preguntarme: “Y tú ¿qué tienes que ver con todo esto? ¿Por qué te metes en asuntos que no te corresponden?” Siguiendo el ejemplo de San Pablo (“Cives romanus sum” = “soy ciudadano romano”), contestaría: “Christifidelis catholicus sum (soy un cristiano católico). Es mi derecho y mi deber intervenir en todo lo que tiene que ver con mi Iglesia, que es la Iglesia Católica”.

Que me hagan caso o no, esto ya no depende de mí. Más bien depende de la actitud de cada uno ante la verdad. Lo que a mí importa, es actuar con honestidad intelectual, sintiéndome como levadura en la masa y confiando en el “esplendor de la Verdad”. Y la experiencia me ha enseñado largamente el valor y la eficacia de esta manera de situarme ante la realidad.

 

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NOTAS:

 

1.- Siglas:

 

DP        Documento de Puebla, CELAM, 1979.

SD        Documento de Santo Domingo, CELAM, 1992.

EIA       Exhortación Apostólica “Ecclesia in America”

(La Iglesia en América) del Papa Juan Pablo II.

México, 22 de enero de 1999.

DA        Documento de Aparecida, CELAM, 2007.

 

2.- Acerca de la Religiosidad Popular, impregnada de Biblia, los apóstoles de la Palabra contamos con el siguiente material didáctico:

 

  * El Santo Rosario.

  * Posadas Bíblicas.

  * Viacrucis Bíblico

  * Novenario de Difuntos. 

 

3.- Para una catequesis presacramental, destinada a fortalecer la fe del pueblo católico, utilizando la Biblia y la apologética, los Apóstoles de la Palabra contamos con el siguiente material didáctico:

 

Primera Comunión.

 * Curso Bíblico para niños.

 * Pan de Vida.

 * Soy Católico.

 

Entre la Primera Comunión y la Confirmación.

 * Aprender la Biblia Jugando.

 

Confirmación.

  * Historia de la Salvación.

  * Ven, Espíritu Santo.

  * La Iglesia Católica y las sectas: preguntas y respuestas.

 

Matrimonio.

  * Un pacto de Amor.

 

Bautismo de los niños (para la familia).

  * Hijos de Dios y Herederos de la Gloria

 

4.- Para tener una visión más amplia de esta problemática, puede ser de mucha utilidad el libro “Hacia un nuevo Modelo de Iglesia”, del mismo autor.

 

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ATENTA INVITACIÓN

Lo expuesto en el presente “Extracto” representa una simple “propuesta – provocación”. Por lo tanto, cualquier crítica o sugerencia al respecto podrá ser de mucha ayuda para redimensionar o enriquecer el presente “proyecto operativo”.

 

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OBSERVACIONES