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Cuando hablamos de la jerarquía de la Iglesia, muchos piensan en poder, autoridad eclesiástica y estructuras de gobierno. Sin embargo, la enseñanza católica nos muestra que la jerarquía no es un sistema de dominio, sino un servicio basado en el modelo de Cristo. A través del triple munus —enseñar, santificar y gobernar— los obispos, sacerdotes y diáconos participan en la misión de Cristo para guiar al Pueblo de Dios.

1. ¿Por qué existe una jerarquía en la Iglesia?

La Iglesia no es una institución meramente humana, sino el Cuerpo de Cristo. Jesús mismo estableció un orden en su comunidad:

 • Escogió a los Doce Apóstoles como fundamento de su Iglesia (Mt 10,1-4).

 • Dio a Pedro una autoridad especial como roca sobre la cual edificaría su Iglesia (Mt 16,18-19).

 • Ordenó a sus apóstoles a continuar su misión hasta el fin del mundo (Mt 28,19-20).

Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha mantenido este orden apostólico a través de la sucesión apostólica, asegurando que la misión de Cristo continúe fielmente en la historia.

2. El Triple Munus: La Misión del Clero

Cristo, el “Ungido”, cumple tres funciones principales (munera en latín): profeta, sacerdote y rey. Los obispos y sacerdotes, en comunión con el Papa, participan de este triple ministerio para servir a la Iglesia.

a) Munus Docendi (Enseñar)

La Iglesia tiene la misión de proclamar el Evangelio con fidelidad. El obispo, como sucesor de los apóstoles, tiene la responsabilidad principal de la enseñanza, asistido por los sacerdotes y diáconos.

 “Id y haced discípulos a todas las naciones… enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28,19-20).

Los pastores transmiten la fe a través de la predicación, la catequesis y el Magisterio de la Iglesia. Por eso, la enseñanza no depende de opiniones personales, sino de la Tradición y la Palabra de Dios.

b) Munus Sanctificandi (Santificar)

La Iglesia es un canal de la gracia de Dios. Los sacerdotes santifican al pueblo a través de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, donde Cristo se hace presente.

 “Haced esto en memoria mía” (Lc 22,19).

Los obispos y sacerdotes también administran el Bautismo, la Confirmación (en algunos casos), la Reconciliación y la Unción de los Enfermos, ayudando a los fieles a vivir en amistad con Dios.

c) Munus Regendi (Gobernar o Pastorear)

Jesús se presentó como el “Buen Pastor” (Jn 10,11) y encomendó a Pedro y a los apóstoles el cuidado de su rebaño. Gobernar en la Iglesia no significa mandar arbitrariamente, sino servir y guiar con amor.

 “El mayor entre vosotros sea vuestro servidor” (Mt 23,11).

El Papa, los obispos y los sacerdotes están llamados a guiar la Iglesia con justicia, fidelidad y caridad, ayudando a los fieles a vivir en comunión y superar las divisiones.

3. ¿Y los diáconos? ¿Tienen un papel en el triple munus?

Sí, aunque de manera diferente. Los diáconos, ordenados no para el sacerdocio sino para el servicio, participan del munus docendi (predicando la Palabra) y del munus sanctificandi (bautizando y asistiendo en la liturgia). En el munus regendi, colaboran en la organización de la comunidad, especialmente en la caridad.

4. Una jerarquía al servicio del Pueblo de Dios

A veces se critica la jerarquía eclesiástica como si fuera un sistema de poder. Pero la Iglesia no es una empresa ni un gobierno humano: su estructura proviene de Cristo. El verdadero liderazgo en la Iglesia es el del servicio humilde y amoroso.

San Agustín lo resumió bien:

 “Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano.”

La jerarquía no es un privilegio, sino una responsabilidad. Y su misión es clara: guiar al Pueblo de Dios hacia la santidad, con fidelidad a Cristo y su Evangelio.