LA VOCACIÓN SACERDOTAL
EN EL EVANGELIO, JESUCRISTO HA INVITADO A ALGUNAS PERSONAS A SEGUIRLE COMO LOS APÓSTOLES. INCLUSO HOY EN DÍA, SIGUE LLAMANDO AL SACERDOCIO.
¿Qué és la «vocación”?
La vocación es la «llamada»; es Nuestro Señor quien inspira, a través de su gracia, a algunas personas a estar íntimamente unidas con Él en el sacerdocio. Él mismo expresó su voluntad de renovar Su sacrificio en la Santa Misa por medio de sus ministros cuando dijo a sus Apóstoles: «haced esto en memoria mía» (Lc 22, 19).
El Señor llama a nuevos ministros en cada momento de la historia, para que puedan celebrar el Sacramento de la Eucaristía y los demás sacramentos, y se conviertan en heraldos de Dios en la tierra. El sacerdote tiene que ser una encarnación viviente de lo que Cristo ha sido, con su vida, su ejemplo, sus virtudes y su oración, de modo que cada cristiano pueda decir de él lo que muchos Santos dijeron: Sacerdos alter Christus est (el sacerdote es otro Cristo).
La vocación no es fácil; las condiciones que Jesús requiere para seguirle son desafiantes, «Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme» (Mt 19, 21) o «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (Mt 16, 24). Jesús le pide a sus discípulo de abandonar todo y seguirlo, pero también dijo que «cualquiera que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, mujer, hijos, tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna» (Mt 19, 29). Lo que el discípulo tiene que dejar es mucho, pero es mucho más lo que gana si es fiel a su vocación.
El Señor dará todas las gracias necesarias para perseverar y la vida eterna en el Cielo para cada «siervo bueno y fiel».
¿Jesús me llama?
La vocación es una llamada interior. A excepción de algunos casos extraordinarios de Santos que recibieron una señal especial de Dios (como San Pablo, que experimentó una visión de Cristo en el camino de Damasco), Jesús llama normalmente al sacerdocio con un «movimiento interior». La persona «sabe», «experimenta» que es llamada, tal vez después de un evento especial en su vida. Si alguien se siente atraído por las palabras de Nuestro Señor, en el Evangelio o por el ejemplo de otros sacerdotes y misioneros y desea de desprenderse de los bienes terrenos para seguir a Cristo como lo ha indicado, esa persona puede pensar que es llamada al sacerdocio. Toda vocación es un acto irrepetible del amor de Dios, es estrictamente personal y necesita de una personal dirección.
Si crees que Dios te llama es necesario que hables de eso con un sacerdote bueno y experimentado, él te ayudará en tu discernimiento, para saber si realmente Cristo te da esta particular vocación.
Las mejores formas de discernir son:
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola: el silencio y la oración son esenciales para oír la voz de Dios, y durante los ejercicios, tendrás mucho tiempo para meditar, pensar, hacer dirección espiritual y conocer más acerca de la vocación y los posibles obstáculos contra ella. (Haga clic aquí para saber acerca de los Ejercicios Espirituales)
Visita al seminario: puedes ponerte en contacto con nuestro Seminario más cercano y pasar unos días con los seminaristas para ver cómo viven, lo que estudian, cómo se preparan para el futuro sacerdocio, o realizando con ellos una experiencia misionera en Semana Santa y en vacaciones de verano.
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