Documento de Participación
Hacia la V Conferencia del Episcopado de Latinoamérica y del Caribe

http://www.celam.info/pdf/hacialavconferencia_a.pdf

155. A pesar del intenso trabajo pastoral de la Iglesia, en muchos países del sub-continente descendió fuertemente en los últimos diez años el número de católicos. En algunos, hasta el 10%. Ha disminuido el número de personas que se profesan católicas, muchas de las cuales adhieren a otros grupos religiosos y, a veces, a varias denominaciones de manera sucesiva y hasta simultánea (doble pertenencia religiosa); crece la indiferencia religiosa y ha crecido la increencia, sobre todo entre los jóvenes.

156. Entre muchos fieles laicos, que no están incorporados vivamente a las parroquias y a las comunidades de la Iglesia, se debilita la recepción de los sacramentos, especialmente la celebración del sacramento del matrimonio. También ha disminuido la proporción de los recién nacidos que son bautizados. Las vacilaciones de la pastoral vocacional (86), que en muchas Iglesias particulares no recoge las mejores experiencias de otras diócesis, impide tener el número de sacerdotes que respondan a la sed de Dios y de la Eucaristía dominical en amplios sectores de mayor densidad urbana. La participación en la misa dominical, si bien en incontables parroquias llena los templos, en proporción al número de bautizados es muy bajo; también la celebración del domingo en muchos ambientes se ha desacralizado, con pérdida, además, de su carácter familiar. Disminuyen o aun desaparecen en grandes ciudades, en parroquias y familias las prácticas religiosas, como por ejemplo la bendición con el Santísimo o el rezo en común del rosario, que manifestaban el significado cristiano del día del Señor. Encuestas recientes que investigan la fe de los católicos, muestran la urgencia de una formación catequística más amplia y profunda y la necesidad de no suponer, ni en la predicación ni en los textos de catequesis, verdades esenciales, tales como la divinidad de Jesucristo, la existencia de la vida eterna, la realidad del mal y de la culpa. En este campo, apremia una valiente renovación de la formación catequética de los catequistas, una presencia más vigorosa de los sacerdotes en esta tarea y lograr procesos orgánicos más acordes con la maduración de la fe de las personas y de las comunidades. Debilita a la misma Iglesia la gran cantidad de hombre y mujeres que no contraen el sacramento del matrimonio, y que no fundan hogares estables. Por último, el compromiso con las instituciones y comunidades eclesiales entre los que menos practican decae notoriamente.

157. El abandono de católicos hacia comunidades pentecostales, hacia sectas o hacia nuevos movimientos religiosos, no corresponde a una causa única. Entre las más recurrentes se destacan la búsqueda de una experiencia comunitaria más estrecha para evitar la soledad y el aislamiento; la búsqueda de expresiones religiosas subjetivamente más emotivas; la pérdida del contacto con las actividades evangelizadoras de la Iglesia, si bien permanecía la sed de un encuentro personal con Jesús y con la Palabra de Dios; el cambio de vida que brota del contacto directo con ellas; y la oportunidad de mayor protagonismo en comunidades más pequeñas. También influye la distancia sicológica a una manera de entregar la riqueza doctrinal de la Iglesia, no siempre presentada como un enriquecimiento personal en humanidad, sino como una limitante de la propia libertad, como un no a urgencias muy sentidas.

158. Para estas personas que abandonan la Iglesia por algunas de las causas arriba señaladas, es necesario encontrar nuevas formas y expresiones, existencialmente significativas, de acogida, de acompañamiento, de oración, de pastoral bíblica, de vivencias comunitarias, que acojan la totalidad de su vida, que conduzcan al encuentro con Jesucristo vivo, nuestro Camino, Verdad y Vida, y que transmitan esa experiencia de la comunión que la Iglesia debiera y quisiera ofrecer, y que va más allá de lo acostumbrado hasta el presente. En la Iglesia se puede encontrar todo lo que estos bautizados han buscado en otras agrupaciones religiosas, y, además, un tesoro sacramental, doctrinal, espiritual y pastoral aún mayor. Por eso, este fenómeno migratorio nos invita a reflexionar sobre aquello que tenemos y no cultivamos ni ofrecemos, y sobre las cualidades y los logros de estas confesiones religiosas, que han atraído a un número considerable de personas que fueron bautizadas en nuestra Iglesia.