RIO DE JANEIRO, 21/02/2006 (El Pais/ACPress.net)
En las elecciones presidenciales brasileñas del próximo 1 de octubre, que se prevén controvertidas, cobrará una importancia decisiva el voto de las iglesias evangélicas.
Por ello, el presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, ha decidido mimarlas, sobre todo para evitar que los evangélicos, que suponen el 15% del electorado, apoyen al ex gobernador de Río de Janeiro y pastor evangélico Anthony Garotinho.
El propio Lula tampoco ha decidido aún si se va a presentar a la reelección como candidato del Partido de los Trabajadores (PT), del que cada día intenta alejarse más para que no le salpiquen los escándalos de corrupción cometidos en su seno.
Los datos oficiales sobre los evangélicos, son un plato apetecible para los partidos políticos, especialmente porque no necesitan destinarles grandes partidas de sus presupuestos electorales.
En este momento, el gran movimiento evangélico es la Convención General de las Asambleas de Dios, la más numerosa, con 23 millones de fieles, 21 diputados federales y 36 estatales, pero que es la que hoy sigue al pastor Garotinho. Otro grupo paraevangélico (que no es admitido por la gran mayoría de los evangélicos como genuinamente protestante) es la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Para incrementar las adhesiones evangélicas, Lula puede incluso estar dispuesto a apoyar como gobernador de Río al candidato de los evangélicos en detrimento del candidato del PT, su partido.
Según el pastor evangélico Ronaldo Fonseca, coordinador general de la Convención General de las Asambleas de Dios, su movimiento apoyará al populista Garotinho, porque, según él, tiene experiencia y no es un aventurero.
Lula podría, sin embargo conseguir el apoyo no sólo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, sino de otros movimientos evangélicos menores, como los neopentecostales, entre las que se encuentran la Comunidad Sana Nuestra Tierra, la Iglesia Renacer en Cristo, la del Proyecto Vida Nueva, y la Casa de la Bendición.
La incógnita estriba en saber si la Iglesia católica, que tanto contribuyó a la victoria de Lula en 2002, que hace 26 años ayudó a fundar el PT y que apoya a los movimientos sociales de corte católico, como el Movimiento de los Sin Tierra (MST), aceptará este acercamiento de Lula a los evangélicos.
Fuente: EL PAÍS.