LA CONFESIÓN 

¿Será cierto que no debemos confesarnos con un sacerdote? Es lo que veremos en este diálogo.

 

Por Jorge Luis Zarazúa Campa.


+ Remedios: Católica comprometida.

• Inés: Católica, prima de Juanita y Betsabé.

— Juanita: Evangélica.

•• Betsabé: Evangélica.

 

 

+Remedios: Hoy es primer viernes de mes. Voy a pasar por mi comadre Inés para que vayamos a confesarnos. (Toc, toc.) Buenas tardes, comadre Inés. ¿Cómo amaneció?

•Inés: Muy bien, comadre Remedios. Pásale, por favor.

+Remedios: Vengo a ver si ya estás lista para ir a confesarnos. Acuérdate que hoy es primer viernes de mes.

•Inés: Fíjate que ahorita no voy a poder acompañarte, porque tengo unas visitas. Vinieron a visitarme unas primas. Pásale para que las conozcas. También ellas estudian la Biblia como tú.

+Remedios: ¡Oh que bueno!

•Inés: Comadre Remedios, te presento a mi prima Juanita y a mi prima Betsabé.

+Remedios: Mucho gusto.

—Juanita y Betsabé: El gusto es nuestro, señora Remedios.

 

 

 

+Remedios: Gracias. ¿Así que ustedes estudian la Biblia? ¡Cuánto gusto me da! Yo también asisto a un grupo bíblico.

—Juanita: Por lo visto, usted apenas está empezando a conocer la Biblia, porque escuché que va a ir a confesarse. ¿Qué no ha visto que la Sagrada Escritura no aprueba esa costumbre de los católicos?

+Remedios: Ah, pero ustedes no son católicas.

—Juanita: Por supuesto que no. Hoy hace dos meses que nos salimos de Babilonia la Grande. Ahora somos evangélicas.

+Remedios: Muy bien. Ahora que ya sabemos de qué lado está cada una de nosotras, dígame, ¿en qué parte de la Biblia se habla en contra de la confesión?

—Juanita: Pero, ¿por qué me lo pregunta? Seguramente usted ni siquiera trae su Biblia.

+Remedios: Afortunadamente nunca salgo a la calle sin mi Biblia. Dígame la cita bíblica, por favor, para que podamos examinarla juntas.

—Juanita: Empecemos por examinar Jeremías, capítulo diecisiete, versículo cinco. Betsabé, haz el favor de leerlo.

••Betsabé: Por supuesto, Juanita. Aquí está ya. Jeremías, capítulo diecisiete, versículo cinco.

Maldito el hombre

que confía en otro hombre (Jr 17,5).

 

—Juanita: Señora Remedios, note como la Biblia se opone a que se ponga la confianza en un hombre, en este caso en un sacerdote. Además, los sacerdotes católicos son tan pecadores como los que van a confesarse con ellos. Por eso hay que confesarse directamente con Dios, como hacemos los evangélicos. Acuérdese: Maldito el hombre que confía en otro hombre (Jr 17,5).

 

 

 

+Remedios: Mire, Juanita, en este pasaje del profeta Jeremías no se habla en contra de la confesión. Aquí sencillamente se está hablando de que hay que confiar en Dios. Y esto es precisamente lo que hacemos los católicos cuando nos confesamos con un sacerdote. Confiamos en Dios, que les ha dado a los apóstoles el poder de perdonar los pecados. Por favor, Betsabé, busca en la Biblia el evangelio según san Juan, capítulo veinte, del versículo veintiuno al veintitrés. Búscalo tú también, comadrita Inés.

••Betsabé: Amén. Aquí está. Voy a leerlo.

Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Reciban el Espíritu Santo; a quienes ustedes perdonen los pecados, les queden perdonados; a quienes no se los perdonen, les queden sin perdonar (Jn 20,21-23).

 

—Juanita: Fíjense bien. Aquí se ve claramente que Jesús da a los apóstoles el poder de perdonar los pecados. Un poder que el mismo Jesús tenía. ¿Se acuerdan de alguna ocasión en que Jesús perdonó los pecados a alguien?

••Betsabé: Por supuesto que si. En Mateo capítulo nueve, versículo dos, encontramos que Jesús le dice a un paralítico: «Tus pecados te son perdonados».

+Remedios: Muy bien, Betsabé. Me alegra que conozcas algunos textos bíblicos de memoria. A ver, dime, ¿Cuál fue la reacción de los fariseos ante estas palabras de Jesús?

••Betsabé: Pues criticaron a Jesús y decían que estaba blasfemando.

+Remedios: A ver, Juanita, cuál fue la actitud de la gente sencilla, que estaba ahí cuando Jesús curó al paralítico y le perdonó sus pecados?

—Juanita: No recuerdo muy bien.

+Remedios: Busca, por favor, evangelio según san Mateo, capítulo nueve, versículo ocho.

—Juanita: Amén.

Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres (Mt 9,8).

 

+Remedios: Noten ustedes lo que dice san Mateo: las personas glorificaban a Dios, que había dado tal poder a los hombres. A ver, díganme: ¿de qué poder estaba hablando san Mateo?

—Juanita: Yo creo que del poder de curar a los enfermos, porque Jesús curó al paralítico.

+Remedios: No, Juanita. Fíjese lo que dice Jesús en Mateo, capítulo nueve, versículo seis:

Para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados —dice entonces al paralítico—: ‘Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’ (Mt 9,6).

 

••Betsabé: ¿Entonces se refiere al poder de perdonar los pecados?

+Remedios: Claro que si, Betsabé. Se ve que estás poniendo atención a lo que dice la Palabra de Dios. Te felicito.

 

 

—Juanita: No vayan tan de prisa. ¿Qué me dicen de lo que se señala en la Primera carta de Juan, capítulo uno, versículo nueve? Escuchen con atención.

Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia (1Jn 1,9).

 

Aquí no se dice que hay que ir a confesarse. Sólo dice que hay que reconocer nuestros pecados y que Dios nos perdonará. Nada de que hay que ir con un sacerdote, para confesar nuestros pecados.

 

 

+Remedios: Mire, Juanita. Reconocer los pecados es el primer paso. El siguiente paso es ir a confesarse. Veamos lo que dice Hechos de los Apóstoles, capítulo diecinueve, versículo dieciocho:

Muchos de los que habían creído, venían a confesar y a revelar todo lo que habían hecho (Hech 19,18).

 

Como pueden ustedes ver, los primeros cristianos hacían lo que hacemos los católicos: se confesaban. Y como pueden notar, hasta lo hacían públicamente y en presencia de los apóstoles. Veamos ahora lo que dice la Carta del apóstol Santiago, capítulo cinco, versículo dieciséis:

Confiésense, pues, mutuamente sus pecados y oren los unos por los otros, para que sean curados (St 5,16).

 

••Betsabé: Entonces lo que hacen los católicos está más de acuerdo con lo que dice la Biblia, que lo que hacen los evangélicos.

+Remedios: Por supuesto, Betsabé. ¡Que bueno que eres dócil y sensible a la Palabra de Dios!

••Betsabé: Juanita, ¿Qué esperamos para regresar a la Iglesia Católica? Ya vimos que está más apegada a lo que dice la Sagrada Escritura. Por lo que veo, el pastor nos estaba engañando como a unas niñas.

—Juanita: Tienes razón, Betsabé. Remedios me ayudó a descubrir que la Biblia no está en contra de la confesión. Y yo que me salí de la Iglesia Católica cuando me explicaron este asunto. Siendo así, regresemos a la Iglesia Católica.

••Betsabé: Para ir más en serio, ¿Qué te parece si aprovechamos hoy mismo para ir a confesarnos?

—Juanita: Muy buena idea, Betsabé. Vamos a confesarnos.

+Remedios: ¡Cuánto gusto me da, Juanita y Betsabé! Que les parece si nos preparamos para hacer una buena confesión con este folleto escrito por el Padre Amatulli.

—Juanita: ¿De que libro se trata, amiga Remedios?

+Remedios: De este folleto llamado «Ven, Espíritu Santo». Aquí, en la página 44, explica cómo hacer un buen examen de conciencia.

•Inés: Hagamos, pues, un buen examen de conciencia, para que luego podamos hacer una buena confesión.

—Juanita: Claro que si. Al buen paso darle prisa.