El Sábado de Gloria era el nombre tradicional del día que sigue al Viernes Santo y precede al Domingo de Resurrección. Sin embargo, con las reformas litúrgicas del siglo XX, especialmente las promovidas por el Papa Pío XII en 1955, este día pasó a denominarse Sábado Santo, destacando su carácter de espera y recogimiento en lugar de celebración anticipada de la Pascua.
Origen del Sábado de Gloria
En la liturgia antigua, el Sábado de Gloria tenía un carácter festivo porque era el día en que los catecúmenos recibían el Bautismo en la gran Vigilia Pascual. Durante la Edad Media, la costumbre popular de celebrar la Resurrección de Cristo desde la mañana del sábado se fue generalizando, aunque litúrgicamente aún se mantenía el luto por la muerte del Señor.
Se encendía el fuego nuevo y el cirio pascual por la tarde o noche, pero en muchas regiones se adelantaban las festividades, con repiques de campanas y celebraciones que daban un aire de júbilo al día.
La Reforma de Pío XII y la transición al Sábado Santo
En 1955, el Papa Pío XII reformó los ritos de la Semana Santa para devolverles su carácter original. La Vigilia Pascual, que antes se celebraba por la mañana del sábado, se trasladó a la noche, restituyendo el sentido de espera y vigilia. Con ello:
1. El Sábado dejó de ser festivo: Se eliminó la celebración anticipada de la Resurrección.
2. Se reafirmó como día de silencio y oración: La Iglesia conmemora el descanso de Cristo en el sepulcro y su descenso a los infiernos.
3. Se reservó la alegría para la Vigilia Pascual: La liturgia del fuego nuevo, el cirio pascual y los bautismos se realizan en la noche, iniciando oficialmente la Pascua.
Desde entonces, la Iglesia llama a este día Sábado Santo, resaltando su carácter de meditación, oración y espera. Litúrgicamente, no se celebra la Eucaristía ni se administran sacramentos, salvo el de la unción de los enfermos en caso de necesidad.
Conclusión
La transición del “Sábado de Gloria” al “Sábado Santo” reflejó un regreso a la tradición primitiva. Aunque en algunas culturas aún persiste el nombre “Sábado de Gloria”, la Iglesia enseña que es un día de recogimiento y espera, hasta que la Vigilia Pascual da inicio a la alegría plena de la Resurrección.