El crecimiento de movimientos religiosos como los mormones, adventistas y Testigos de Jehová en América Latina representa un desafío significativo para la Iglesia Católica, no solo desde el punto de vista numérico, sino también en términos de su capacidad pastoral para responder a las necesidades espirituales y sociales de los fieles. En este contexto, la Iglesia reconoce la necesidad de una respuesta integral que combine una autocrítica honesta con un renovado compromiso evangelizador.

Reconociendo los desafíos

El avance de las sectas revela vacíos que los fieles buscan llenar, como una experiencia más personal de comunidad, respuestas concretas a las inquietudes espirituales y un acompañamiento cercano en sus realidades cotidianas. Estos movimientos ofrecen estructuras organizadas, estrategias de evangelización directas y una atención personalizada que resuenan con quienes anhelan pertenencia y sentido en un mundo cada vez más fragmentado.

En muchos casos, las propias deficiencias de la Iglesia han contribuido a este fenómeno. La falta de formación adecuada de agentes pastorales, escándalos que han afectado su credibilidad, y una pastoral a veces más centrada en la administración que en el acompañamiento, han llevado a algunos fieles a buscar respuestas en otros lugares.

Una llamada a la renovación

La respuesta de la Iglesia Católica debe partir de un examen de conciencia que lleve a una renovación auténtica y misionera. Como ha señalado el Papa Francisco, la Iglesia está llamada a ser “un hospital de campaña”, que llegue a las periferias existenciales, escuche las necesidades de los fieles y les ofrezca el rostro misericordioso de Cristo.

Entre las acciones necesarias se destacan:

 1. Revitalización de las parroquias: Convertirlas en espacios de encuentro, formación y acompañamiento espiritual, donde los fieles se sientan parte de una comunidad viva y acogedora.

 2. Formación de líderes laicos: Promover el liderazgo de laicos bien formados que puedan evangelizar con creatividad y responder a las preguntas de fe de sus comunidades.

 3. Atención a las nuevas generaciones: Ofrecer un mensaje que dialogue con las inquietudes de los jóvenes, utilizando un lenguaje accesible y medios actuales que integren su vida cotidiana con la fe.

 4. Fortalecimiento de la catequesis: Profundizar en el conocimiento de la fe católica para que los fieles puedan responder con claridad y caridad a las propuestas de las sectas.

Evangelización renovada

El fenómeno del avance sectario no debe verse como una amenaza, sino como una oportunidad para que la Iglesia profundice en su misión evangelizadora. Al volver al centro del Evangelio, la Iglesia puede responder con autenticidad, poniendo a Cristo en el centro de todas sus acciones pastorales.

La misión no se trata de una “competencia” religiosa, sino de un testimonio vivo de la fe, que no solo atraiga a los fieles, sino que también los forme y los acompañe en su camino hacia Dios.

Conclusión

El crecimiento de las sectas en América Latina es una invitación para la Iglesia Católica a ser más cercana, compasiva y audaz en su misión pastoral. Confiando en la acción del Espíritu Santo, y fiel a su vocación de ser luz del mundo, la Iglesia tiene la capacidad de renovar su testimonio y responder a los anhelos espirituales más profundos de las personas.

La verdadera fortaleza de la Iglesia no radica en números, sino en su capacidad de ser signo del amor y la verdad de Dios en un mundo que sigue necesitando profundamente el mensaje de Cristo.

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