En la última cena antes de su pasión, Jesús no solo compartió el pan y el vino con sus discípulos, sino que también cantó con ellos. Este momento se relata en el Evangelio de San Marcos: «Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos» (Marcos 14, 26). Este acto revela la profundidad de la vida espiritual de Jesús y su conexión con las tradiciones litúrgicas de su tiempo.
Cantar juntos fue una expresión de alegría y adoración, incluso en un momento de profunda angustia. Este gesto nos recuerda la importancia de la alabanza y la oración en nuestra vida cristiana, especialmente en momentos de dificultad.