Saúl fue rechazado como rey por Dios debido a su desobediencia en varias ocasiones, incluyendo dos eventos clave que muestran su falta de fe y obediencia a las instrucciones divinas:
1. El sacrificio antes de la guerra contra los filisteos (1 Samuel 13,8-14):
Antes de una batalla, Saúl debía esperar a que el profeta Samuel llegara para ofrecer un sacrificio a Dios y buscar su favor. Sin embargo, al ver que Samuel tardaba y que sus tropas comenzaban a desertar, Saúl decidió realizar el sacrificio él mismo, algo que solo estaba permitido a los sacerdotes. Este acto mostró impaciencia y desconfianza en las instrucciones de Dios. Samuel le reprochó esta desobediencia y declaró que su reino no perduraría.
2. La desobediencia en la guerra contra Amalec (1 Samuel 15):
Dios le ordenó a Saúl destruir completamente a los amalecitas, incluyendo todos sus bienes y ganado. Sin embargo, Saúl y el pueblo conservaron lo mejor del ganado y perdonaron la vida del rey Agag. Cuando Samuel lo confrontó, Saúl intentó justificar su desobediencia diciendo que el ganado era para sacrificios. Samuel respondió con las palabras famosas: “Ciertamente, el obedecer es mejor que los sacrificios” (1 Samuel 15,22), y le anunció que Dios lo había rechazado como rey.
En ambos casos, Saúl demostró que no seguía plenamente las instrucciones de Dios, priorizando sus propias decisiones o el deseo de agradar al pueblo. Esto llevó a su rechazo como rey y a que Dios eligiera a David como su sucesor.